OPINION

Atendiendo contingencias.
Por Manuel Tello Zapata.
Ante las inclemencias climáticas nadie está a salvo. Pero los gobernantes deben tener una alerta permanente en su cerebro, para estar listos y dispuestos a la atención de cualesquier contingencia ambiental, llámese Huracán o Sismo. En Guerrero durante este mes de septiembre hemos padecido de las dos cosas que han dejado daños y problemas fuertes; aunque a decir verdad, no sufrimos las consecuencias como pasó en Oaxaca, Chiapas, Morelos, Puebla o la ciudad de México.

En Guerrero tenemos por fortuna, un Gobernador sensible, con buena condición física y moral, que de inmediato se aboca a la atención de estos problemas como sucede actualmente. Luego del paso de Max, un huracán que dejó fuertes inundaciones en las Costas Chica y Grande, Héctor Astudillo inspeccionó personalmente los municipios más afectados, para iniciar de inmediato la ayuda a la población damnificada.
Para fortuna de nuestros agricultores de esas regiones, el Gobierno del Estado firmó hace pocos meses el Seguro para Desastres Agrícolas, por lo que todos aquellos que perdieron sus plantíos serán beneficiados con el cobro de este apoyo.
Con el terremoto ocurrido el pasado martes, el Gobernador suspendió una gira por la Costa Grande para conocer personalmente los daños que sufrieron nuestros municipios de la Zona Norte, y visitó primero el más afectado: Atenango del Río. También sufrieron daños Huitzuco, Taxco e Iguala, donde también estuvo presente. Otros municipios afectados por el sismo son Copalillo, Tepecoacuilco y Olinalá, que también fueron recorridos por Astudillo Flores.
Una de las respuestas más importantes que hizo el Gobernador en esta gira, fue solicitar a sus dueños que 700 casas que resultaron dañadas en nuestro Estado, no sean derruidas por sus propietarios; porque primero se deben evaluar los daños en forma oficial, para incorporar estos inmuebles al Seguro de Catástrofes Naturales y que de esa forma, reciban apoyo para su reconstrucción.
El Gobierno del Estado, los principales municipios, la ciudadanía en General, está apoyando con bienes y dinero a la causa de los damnificados por el terremoto y los huracanes, mostrando una solidaridad digna de ser ampliamente reconocida. Los guerrerenses no necesitamos que nos obliguen para apoyar las causas justas, pero se recibe con gusto el llamado hecho por el Gobernador Héctor Astudillo Flores, de que en estas horas difíciles, conservemos la calma, la unidad, pero sobretodo: que seamos solidarios. Sea.
DE TODO LO MALO ¿ALGO BUENO?
Está bien claro que solamente Dios sabe y decide cuándo se van a registrar los temblores, terremotos y sismos. Quien pretende atemorizar a la gente prediciendo que van a ocurrir estos sucesos, o actúa de mala leche, o fuma de la buena. Nadie puede predecir este tipo de desastres porque nadie tiene conectado su teléfono con Dios. Nadie puede decir si van a suceder o no los temblores, mucho menos su magnitud o la hora exacta en que pasarán.
Sin embargo, se dice que las matemáticas no fallan y son exactas, lo que nos permite afirmar luego del análisis necesario, que podemos dar dos buenas noticias a nuestros paisanos de Chilpancingo: Los terremotos le hacen los mandados a la capital del Estado, y podemos estar tranquilos: pasarán muchos años para que vuelvan a suceder sismos de ocho grados Richter.
La matemática nos habla de un fuerte terremoto de 7.8 grados en 1957, que provocó la caída del Ángel de la Independencia en la Ciudad de México y el derrumbe de algunos edificios. En Chilpancingo por fortuna solo cayeron cuatro o cinco casas antiguas.
Veintiocho años después, el 19 de septiembre de 1985 sobrevino el Terremoto de 8.1 grados que devastó a la Ciudad de México, provocando más de diez mil personas muertas. En Chilpancingo solamente se derrumbó una parte de la Posada Meléndez y siete casas antiguas. 
Treinta y dos años después, precisamente el 19 de septiembre del presente mes, volvimos a vivir un sismo de 7.1 grados que fue antecedido once días antes por otro de 8.4, que causó daños lamentables en la ciudad de México, Morelos, Puebla, y el Norte de Guerrero.
Sin embargo, en Chilpancingo no se derrumbó ningún inmueble, casa o edificio. Indudablemente el suelo donde fue construida nuestra capital es firme, asentado entre cerros, por lo que un sismo de ocho grados no provoca daños materiales serios. Los capitalinos podemos estar tranquilos en ese sentido y si las matemáticas no nos fallan, hasta dentro de 25 o treinta años volveremos a vivir un  terremoto de ocho grados.
En los últimos sesenta años han ocurrido más de 85 mil temblores en México, pero los de ocho grados o un poco más, solo ocurren cada 30 años. La gran mayoría son de uno, dos, tres grados, y solo cinco han sido de 7. Queremos suponer que ya no pasarán más temblores fuertes hasta dentro de un buen tiempo, aunque en realidad, solo dios sabe lo que hace. Punto.

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