MEMORÁNDUM

*** ¡Qué nadie se espante!
Gerardo Ruano Cástulo
En Guerrero, existen antecedentes. Sabemos de los efectos del mesianismo. En la creciente inconformidad, sumada a la división interna del PRI; Zeferino Torreblanca, encontró el resquicio para colarse a la gubernatura. Su fama, se la debía a su paso por el gobierno municipal de Acapulco.

Torreblanca, después de la sequía, ganó la alcaldía de Acapulco, como candidato del PRD, en octubre de 1999. En aquél entonces, tuvo la habilidad, para poder capitalizar, la división que se generó en el partido tricolor, tras la pugna complicada que habían tenido por el poder. La salida de Figueroa, a raíz de “aguas blancas”. Enseguida, la inclinación del Aguirrismo, por Manuel Añorve, a quien a pesar del apoyo gubernamental, derrotó René Juárez en la contienda interna; que después alcanzaría la gubernatura, de forma muy apretada.
El PRI acusaba desgaste. A esto se sumaban las deserciones y traiciones. Las alianzas con Torreblanca se rumoraban. Eso facilitó el crecimiento de la figura mesiánica. El deseo de quitar al PRI se multiplicó. Y Torreblanca no dejó ir la oportunidad. Se vistió con el traje adecuado. Con el de Cordero; ocultado al lobo que estaba escondido.
Se prometió el cambio en Guerrero. Se dijo que ganarían los guerrerenses con la nueva administración. Al  final, la expectativa elevada que se tenía, se fue al piso. Torreblanca, junto con su equipo, gobernó con estilo despótico y soberbio. Los que antes lo habían promovido a ras de piso, ahora lo aborrecían. Era marcada su distancia con el partido que le llevó al poder. No olvidar, que durante su gestión, fue asesinado el líder más emblemático del PRD, de aquél tiempo, Armando Chavarría.
El mesianismo no funcionó en Guerrero. Tan es así, que en 2008, la gente lo manifestó en las urnas, devolviendo la confianza, mayoritariamente, a los candidatos enviados por el PRI. Torreblanca, en 2011, se fue del poder, con más pena que con Gloria. Fue la división del PRI, la que hizo ganar a Aguirre la gubernatura para el PRD. Las calificaciones para el gobierno eran deplorables.
Torreblanca, quiso ser alcalde otra vez de Acapulco en 2015. Los Acapulqueños le dijeron que no. Hoy vuelve a insistir. Pero lo hace, buscando la cobija del candidato presidencial; otra vez, ¿con la piel de oveja?
El caso es, que no hay pretextos. En Guerrero se saben los costos del mesianismo. Se sabe de sus argucias. De su demagogia. El paso, bueno o malo, como jefe de gobierno del DF, no garantiza que el nuevo “mesías”, vaya a ser un buen presidente del país.
Mucho menos, cuando el de morena, ha demostrado grandes limitaciones de proyecto de nación. No genera certeza, el simple hecho de que aparezca bien en las encuestas. Como tampoco, la actitud de sometimiento que algunos comienzan a mostrar; porque si eso es ahora; ¿Qué será el día de mañana?
Que nadie se espante. En Guerrero, ya hay experiencia de esto.

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