EL FILÓSOFO DE GÜÉMEZ

El poder del abrazo
Por Ramón Durón Ruíz (†)
Me encanta, tomar de internet los correos que están llenos de mensajes propositivos y parafrasearlos para ti: “Cuenta una historia que un judío trabajaba en una planta empacadora de carne en Noruega. Un día terminando su horario de trabajo, fue a uno de los refrigeradores para inspeccionar algo; la puerta se cerró con seguro quedando atrapado dentro del refrigerador. Golpeo fuertemente la puerta y empezó a gritar, pero nadie lo respondía. La mayoría de los trabajadores habían salido y era casi imposible escucharlo por el grosor de la puerta. Llevaba cinco horas en el refrigerador, estaba al borde de la muerte. De repente se abrió la puerta.
El guardia de seguridad entró y lo rescató. Luego de esto, le preguntaron al guardia a ¿qué se debía que se le ocurriera abrir esa puerta si no era parte de su rutina de trabajo? Él explicó: llevo trabajando en esta empresa 35 años; cientos de trabajadores entran a la planta cada día, pero él es el único que me saluda en la mañana y se despide de mí por la tarde; el resto me trata como si fuera invisible. Hoy a la entrada me dijo “hola”, pero nunca escuche “hasta mañana”. Yo espero por ese “hola, buenos días”, y ese “hasta mañana”, cada día. Sabiendo que todavía no se había despedido de mí, pensé que debía estar en algún lugar del edificio, por lo que lo busqué y lo encontré.”1 Te das cuenta, de que una cosa tan aparentemente simple como saludar verbalmente a una persona, resulta importante en la vida de él… y en la tuya. Eso es la existencia, la suma de los pequeños detalles que cuando son positivos en conjunto logran que participes en la fiesta de la vida de manera espectacularmente exitosa. Igual pasa con una cosa aparentemente ociosa como tomarse de la mano, de acuerdo a “estudios realizados por la universidad de Wisconsin y Virginia no sólo es romántico, también es terapéutico. Científicos descubrieron que quienes vivían bajo extremo estrés, al tomar de la mano a su pareja, sintieron inmediato alivio. El toque de sus parejas las hizo sentir más confortablemente El Dr. James A. Coan, explica: ‘el efecto de este simple gesto de apoyo, es que el cerebro y el cuerpo no tienen que trabajar más fuertemente para responder a una amenaza. Esto es un profundo tranquilizante.’” Por otra parte, un abrazo no sólo es altamente sanador y terapéutico, es reparador; debido a que el contacto que genera no es sólo agradable, es necesario y vital para nuestro bienestar psicológico, emocional y corporal. Un abrazo con su contacto físico, es energizante, acrecienta la alegría, fortalece la salud. Aparentemente dar o recibir un abrazo es algo simple y cotidiano, pero en el fondo posee una dimensión de plenitud que nos proporciona no sólo bienestar físico y emocional, también espiritual, tan indispensables para la estabilidad y el desarrollo humano. El poder del abrazo, además de ser estimulante, ahuyenta la soledad, aquieta los nervios, fortalece la autoestima, demora el envejecimiento, ayuda a dominar el apetito, alivia las tensiones, combate el insomnio, te dice que aquí y ahora, eres un ser destinado a ser feliz. A propósito de abrazos, el viejo Filosofo que se da cuenta que ya pasó de “la edad de la pasión a la edad de la pensión”; después de ver las noticias de la prestigiada Denise Maerker, se dispone a caer en los brazos de Morfeo cuando su “vieja” algo romántica, le dice: –– Viejoooo, ¿te acuerdas cuando me enamorabas?… me agarrabas la mano. El Filósofo muy apenas estira su brazo y la toma de la mano por unos segundos pa’ luego tratar de dormirse. Inmediatamente ella le dice: –– Luegoooo me abrazabas. Un poco adormilado, la abraza y le da un suave beso en la mejilla, pa’ inmediatamente acurrucarse y dormir. A los pocos segundos, ella le dice: –– Viejoooo luego tú me mordías el cuello. El Filósofo hace a un lado las sábanas y se levanta. –– ¿A dónde vas viejoooo? pregunta ella. –– ¡VOY POR LA ‘INCHE DENTADURA!

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