EL FILÓSOFO DE GÜÉMEZ

El Miedo
Por Ramón Durón Ruíz (†)
Hay una historia que me encanta “Un pájaro que vivía resignado en un árbol podrido en medio del pantano, se había acostumbrado a estar ahí, comía gusanos del fango, y se hallaba siempre sucio por el pestilente lodo. 

Sus alas estaban inutilizadas por el peso de la mugre, hasta que cierto día, un gran ventarrón destruyó su guarida; el árbol podrido fue tragado por el cieno, y él se dio cuenta de que iba a morir.  En un deseo repentino de salvarse, comenzó a aletear con fuerza para emprender el vuelo, le costó mucho trabajo, porque había olvidado cómo volar, pero enfrentó el dolor del entumecimiento, hasta que logró levantarse y cruzar el ancho cielo, llegando, finalmente, a un bosque fértil y hermoso.”1
La moraleja es formidable, cuando eres capaz de enfrentar tus miedos, –recuerda que el ser humano en general tiene miedos– y te impulsas para salir de tu zona de confort, llegará un halito de viento a tus alas, que te ayudarán a volar y conocer nuevos horizontes. 
Para el viejo Filósofo dos son las emociones básicas que te impulsan a crecer o decrecer, según seas capaz de tomarlas, o no hacerlo, como viento a tu favor: una de ellas es el miedo, la otra el amor.
El amor es la emoción más sanadora, regenera tu vida, sana procesos intrasiquicos pendientes de resolver; el miedo genera químicos en tu organismo, que si no los sabes manejar, impactaran debilitando tu sistema inmunológico… atrayendo la enfermedad.
Tu vida es tan dinámica, que te enseña que el miedo es una emoción –que mal manejada– debilita tu salud, pero, ¿mal manejada? ¡Claro!, que acaso no hemos tenido miedo antes de presentar un examen, al aprender a manejar o al llegar a un trabajo nuevo, pero hemos enfrentado el miedo y al salir airosos, crece nuestra autoestima.
Cuando sedes poder al miedo, limitas tus posibilidades de crecimiento, te cortas las alas, inhabilitas el camino hacia tu felicidad. Todos los triunfadores han tenido –como tú y como yo– miedos, pero los han enfrentado y al salir airosos son ejemplo de vida.
Hay miedos reales y miedos imaginarios. El 95% de los miedos que atormentan al ser humano y le quitan la energía hasta llevarlos a la depresión son imaginarios. Gran  parte de los miedos imaginarios son inducidos, sin saberlo por los padres en la niñez, para controlar al niño: si te portas mal en la noche, “se te va aparecer la mano peluda”, o “el cuco”… te va  a jalar las patas. 
El miedo es la ausencia de amor, cuando trabajas con la ayuda de un profesional en su desensibilización, la energía vital retorna la confianza en ti mismo.  
“Las investigaciones muestran que 78% de la población gasta hasta ocho horas al día lidiando con el miedo y las preocupaciones. Muestran que 40% de las cosas por las cuales nos preocupamos nunca ocurrirán; 30% está ocupado en pensamientos y situaciones distorsionadas de nuestros eventos pasados que no podemos cambiar; 12% de las cosas por las que nos preocupamos son problemas de otros; 10% de nuestras preocupaciones es lo que se considera ser una enfermedad imaginaria. El ¡92% de nuestras preocupaciones son completamente reactivas!, el 8% de temor y preocupaciones son justificables.”2
Parafraseando a Ernest Hemingway digo: 
“Tenía miedo a estar solo… hasta que aprendí a quererme a mí mismo. 
Temía fracasar… hasta que me di cuenta que únicamente fracaso cuando no lo intento. 
Temía que la gente opinara de mí… hasta que me di cuenta que de todas maneras opinan. 
Temía al dolor… hasta que aprendí que es necesario para crecer. 
Temía a la muerte… hasta que aprendí que no es el final, sino más bien el comienzo.” 
A propósito de miedo, el Filósofo le platica a su compadre:
— Fíjese que recién acabo de llegar de cacería y cuando menos me lo esperaba, que me ruge un ‘abrón tigre por la espalda, estaba tan grande que lleno de miedo el rifle se me escapo de las manos, entonces me eche a correr, el tigre me tiro un zarpazo desgarrando mi camisa, hecho que me lleno más de miedo y me hizo correr más fuerte, cuando sentía que el tigre casi me caía encima, me di cuenta que se resbalaba una y otra vez.
— ¡Compadre!, ¡yo me hubiera cagado de miedo! 
— Pos’ con que cree que se resbalaba el ‘inche tigre.
1.Fragmento tomado del libro “Volar sobre el Pantano” de Carlos Cuauhtémoc Sánchez
2. http://davidbenzaquen.com/2012/10/las-investigaciones-muestran-que-78-de-la-poblacin-gasta-hasta-ocho-horas-al/

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