EL FILÓSOFO DE GÜÉMEZ

Feliz 2020
Por Ramón Durón Ruíz (†)
Siendo presidente municipal, fui distinguido por el Club de Golf Campestre Victoria como socio honorario, situación que me servía para utilizar las amplias y confortables instalaciones del club. Cierto día, cuando a temprana hora me disponía a correr acompañado del tesorero municipal Lic. Guillermo Núñez Vela, al pasar por la barra ubicada a la salida del vestidor, vi como mi amigo Charly Canales estaba recargado en la misma, además de estar desvelado, estaba bien pasado de copas, lo saludé con la amistad que le profeso y le dije:  

— Véngase mi Charly, lo invito a correr.     
Con el ingenio y la inmediatez del sentido del humor que gozaba este afamado personaje, me respondió:
— Invítenme a robar, que a correr cualquier ‘abrón me invita.  
Pues guardadas las debidas proporciones, me permito invitarte estimado lector no a correr mucho menos a robar, te invito a que inicies el año 2020, con una actitud y pensamientos amorosamente positivos, trabajando es tu felicidad, construyendo la armonía de mente, cuerpo y espíritu, gozando de la vida con un profundo sentido del humor y entrando en contacto con Dios a través del camino de la oración.
Hacer oración desde lo más íntimo de la humildad, es el más maravilloso puente hacia la divinidad, es conversar con Dios, quien siempre está dispuesto a escucharte; cuando oras no necesitas elevar el tono de voz, basta con verbalizar la oración y que tus palabras salgan con amor para ser escuchadas.
La oración tiene un poder ilimitado y la magia de calmar los dolores del alma y el cuerpo, a través de ella inicias el más maravilloso viaje de la vida, el viaje hacia tu interior, cuando oras la energía del cosmos se concentra en ti y se dirige hacia la creación. 
Orar te ayuda a un proceso profundo de renovación, que elimina el ego, vacía tu espíritu de resentimiento, de pensamientos negativos. Orar te prepara para ser recipiendario de los miles de bendiciones que el universo tiene especialmente para ti… recuerda estimado lector Dios siempre tiene tiempo para escucharte, por ello te invito a que hagas la oración de este viejo campesino para el inicio de 2020. 
“Padre, deja poner en tus manos este año que despunta; haz de él lo que tu bendita voluntad desee; si puedes, permíteme impregnarlo de mi sello personal: llenar sus 365 días de sentimientos de amor, con actos plenos de congruencia e inteligencia; permíteme ser tu amable conducto para servir al prójimo a través del maravilloso sentido del humor. Ayúdame Padre a descubrir mi camino, a darle sentido a mi vida, a seguir siempre adelante por igual en tiempos de tormenta o de calma; a no desesperarme cuando llegue el fracaso; enséñame a conocer mi vocación, llévame a trabajar en lo que me gusta.       
Enséñame a simplificar la vida, a desarrollar buenas actitudes, a desplegar una actitud mental propositiva; fortalece mi sana e ingenua filosofía de vida, haz en mí el milagro de ser siempre entusiasta, dame también un sueño reparador, reflejo de una conciencia tranquila; mis dificultades sobreponlas con la fe; mantenme con un propósito digno, recuérdame que la vida es un reto a mi grandeza, que no me tienes en la tierra para fracasar sino para cumplir la sublime misión de ser feliz ahora.
Hay dos tipos de personas: las que trabajan y las que se quedan con el mérito; enséñame a ser de las primeras, ahí hay escasa competencia; llévame a “contar mis bienes, nunca mis males”; condúceme a enfrentar mis problemas hoy, pero sobre todo ayúdame a hacer el bien a alguien, a “actuar más y hablar menos; a “no maldecir la oscuridad sino a encender una vela”. 
Cuando haya duda dame valor, permíteme llenar cada hora de 2020 con 60 minutos de amor, tolerancia, paciencia, actitud positiva, fe, sinceridad, ánimo, perseverancia, confianza, reconciliación, lealtad, caridad, meditación y buen humor. Cada mañana en tu oración di: “Padre Nuestro que estás en el cielo… hágase tu voluntad; y su voluntad es que seas un triunfador, que seas un ser pleno, que seas feliz, decía Abraham Lincoln: “las personas son felices cuando deciden serlo”; enséñame a cuidar y respetar mi organismo, llévame a atenderlo para que sea el instrumento más perfecto para realizar mis sueños. 
Vigoriza mi espíritu, condúceme diariamente a las lecciones de la vida, ejercitando mi alma de dos maneras, haciendo un bien a alguien y realizando una acción que me haga sentir digno de ti; muéstrame cortés con los humildes; ayúdame a no criticar ni encontrar defectos en nada ni en nadie, a no dar consejos que no me soliciten mucho menos a corregir los planes de los demás.”
Con el tiempo éste viejo Filósofo ha descubierto que: 
“De cada 100 problemas que tengo uno es por pendejo y… ¡99 POR METICHE!”

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