UN MINUTO

 SON INVISIBLES

Hoy quisiera hacer un llamado a las autoridades, seguramente, para que revisen a conciencia la situación de los internos en la Casa del Anciano aquí en Chilpancingo y en todos los establecimientos similares que existan en Guerrero…

No estoy diciendo que algo anda mal. Simplemente por una plática que tuve con un anciano me preocuparon aquellos que están lejos de sus familias porque les estorban y son enviados a un asilo…

¿A qué edad se es anciano?

No lo sé. Yo recuerdo a mi bisabuela de la cual nadie sabía su edad, pero ella se atendía solita, se preparaba su café, fumaba unos cigarros delgados y pequeños llamados “Carmencitas”…

Mi bisabuela María se resistía a morir. Mi abuela, su hija, ya tenía 84 años al morir y María seguía correosa y aparentemente sana, solamente una  gripa que ya era parte de su característica…

Se fue haciendo más y más vieja y más y más estorbosa para la familia. Se turnaban para tenerla en casa, hasta que la viejita, como dice por ahí un escrito, “..se hizo invisible…”

Ya nadie la veía, ya nadie la tomaba en cuenta, ya nadie platicaba con ella y ahí estaba esperando por la muerte que parecía haberla olvidado…

Su sepelio fue tan rápido y sin mayor ceremonia, que ni lo recuerdo…

Ese es el triste destino de muchos de nuestros viejitos: hacerse invisibles. Por eso me preocupan los que están en los asilos y hago votos porque las autoridades los cuiden y les hagan menos dolorosa esa invisibilidad…

Es todo.            héctor garcía alvarez

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