LAS DENTELLADAS

La contaminación política: ¡Guácala!

Por El Tiburón

Opinan algunos camaradas que la política nuestra de cada día (no toda la política, aunque la otra está muy escasa) es como el cáncer: tejido donde anida, tejido que se chinga. Echa a perder los sindicatos, las comunidades; las relaciones de familia; echa a perder la escuela, en fin echa a perder todo.
La pregunta es ¿debe haber política en las escuelas? Unos van a opinar que no debe haber nada que huela a ella, pero otros creerán que sí debe haber política en los centros de estudio. Ponciano dice que debe haber política en las escuelas pero no una política que derrumbe las bases de las instituciones.
En relación con esto también habrá diferentes opiniones desde los que han defendido la idea de la escuela militante hasta los más conservadores que defienden una escuela libre de toda contaminación política, pero lo que sí sostiene Ponciano es que hasta ahora casi no ha visto profesores e incluso trabajadores que asuman una posición de avanzada en este terreno. Todos terminan por afectar gravemente la academia, que es la sustancia de la escuela; sin academia no hay escuela.
Ponciano dice que, en lo único que está seguro, es que este tipo de política que hoy se practica en la UAG acaba con la universidad y que, aunque es muy difícil, hay que buscar la forma de erradicarla.
Aquí voy a comentarle lo que piensa el camarada Ponciano, quien ha pasado como 30 años en la universidad y no haciendo como que da clases o como fósil en alguna escuela, sino barriendo los pasillos y lavando los baños de un plantel universitario; es un humilde trabajador pero a leguas se ve que es mucho más sensato que los profesores que ahí proliferan por no decir pululan.
Critica severamente Ponciano que el proceso electoral que vive actualmente la Universidad de Guerrero (lo mismo que los anteriores, por desgracia), se parece demasiado a los procesos electorales y políticos que se viven fuera de la escuela, en el ámbito social de los pueblos, municipios estados y a nivel del país entero. Estos procesos dan ganas de “guacarear”, confiesa.
Señala que lo que se ve en la UAG es una vergüenza. Primero por que las campañas de los que aspiran a ocupar la rectoría son igualitas a las que realizan sus partidos (PRI, PRD, PAN y demás) en la lucha por el control de los municipios y el estado. Los contendientes se lanzan graves acusaciones que, de ser ciertas, serían suficientes para cancelar todo proceso y declarar que no vale la pena designar a un individuo que tenga las características que los candidatos y su gente adjudican a sus contrarios. Y la otra cosa es que gastan dinero a lo bestia por que han convertido a la UAG en un botín que nadie puede defender.
¿De dónde sale tanto dinero para mover caravanas de grillos todos los días por todo el estado a lo largo de varios meses? ¿De dónde sale dinero para publicidad en medios escritos y audiovisuales? ¿De dónde sale para pagar playeras y otros regalos que hacen a maestros y estudiantes? ¿De dónde sale el dinero para movilizar camiones de estudiantes, como están preparando algunos maestros para el acarreo en el cierre de campaña de sus respectivos candidatos? ¿Cobran su salario los profesores que andan en campaña con los candidatos? ¿Quién da clases por ellos mientras andan de damas de compañía de los aspirantes a rector?
Ponciano dice que en las campañas políticas de los partidos les autorizan gastos por un millón de pesos y gastan como 20 ó 30 millones y la diferencia sale exactamente del mismo lugar de donde salen los excesos de los candidatos a rector: Del dinero público.
No hay ninguna razón para que los procesos electorales dentro de la escuela sean una copia tan gacha de los de afuera. No hay razón para ese tipo de campaña ni para el tiradero de mierda que estamos viendo entre los candidatos. Es ignominioso, insiste Ponciano. Lo peor de todo es que no se ve por dónde pueda escapar la UAG de la podredumbre en que la han sumido sus políticos. Esto dice Ponciano.

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