LAS DENTELLADAS

Por El Tiburón

A solicitud de las masas irredentas de este municipio y territorios circunvecinos platicaremos hoy sobre las campañas de limpieza en esta ciudad y puerto y para ello hemos pedido al camarada Clemente que nos ilumine con su sabiduría. Clemente es uno de los hombres más experimentados en el municipio en lo que a limpieza pública se refiere. Ha barrido calles de Chilpancingo, Acapulco y Zihuatanejo por más de 50 años, así que con seguridad puedo decirle que no hay otro con más experiencia que él.
Dice Clemente que el gobierno de Alejandro Bravo no ha sido el único que ha organizado campañas de limpieza en tierras de Azueta. Desde hace muchos años, los gobiernos locales han llamado a este tipo de acciones para fomentar la limpieza de las áreas públicas. Sin embargo, la diferencia de las actuales campañas es que son generalizadas, le tienen que entrar todos los que cobran en el Ayuntamiento (menos los aviadores, desde luego). Antes invitaban a algunos funcionarios de niveles altos y los llevaban a las colonias y pueblos a barrer las calles, a veces en compañía de los ciudadanos. Hoy todos los trabajadores del Ayuntamiento tienen que asistir de manera obligada y cada área tiene asignado un sector de la ciudad.
Asegura Clemente que le parece que fue en el trienio de Eric Fernández Gómez, tan criticado, por cierto, cuando las campañas tenían mayor participación popular y terminaban por ahí con alguna taquiza que acercaba a los funcionarios con su pueblo. En los demás períodos, sobre todo los últimos, lo más gacho de todo es que, a veces, la ciudadanía no mueve un dedo para ayudar a sus funcionarios a limpiar sus espacios y éstos no mueven un dedo para incorporarlos; se les hace más fácil barrer su tramo y ahí nos vemos.
Dice nuestro camarada que la intervención de funcionarios y ahora de todo el personal del Ayuntamiento seguramente parte de que el aparato expresamente dedicado a eso no puede con la tarea de mantener limpia toda la ciudad, así que requiere que le echen la mano otros trabajadores (que muchas veces no tienen nada qué hacer), algunos de los cuales van absolutamente en contra de su voluntad, pero como ya les dijeron que al que no le guste que se consiga otra chamba, ahí andan aunque sea refunfuñando.
Aunque la ley federal del trabajo se opone a que un trabajador sea puesto a realizar actividades no establecidas en su contrato, invitar a los funcionarios y trabajadores a colaborar en la limpieza no es malo de por sí. Lo es sólo si se obliga al trabajador a realizar una actividad que no le place, para la que no está preparado mentalmente. Hay quienes sí lo están por que entienden que la labor del Ayuntamiento puede entenderse también como una actividad política encaminada a educar a las masas irredentas.
El problema es que nadie hace trabajo político, labor de convencimiento y educación con los trabajadores; a nadie se le ha explicado la importancia de participar en una acción colectiva como ésta; sólo les dicen te presentas a barrer o te presentas con tu renuncia. Claro, la respuesta del empleado es contraria a la buena leche que se supone que alienta actividades de este tipo.
Y lo mismo que ocurre entre los jefes y los empleados del Ayuntamiento, se reproduce en el trato entre los empleados y la población. Ahí andan los puros empleados barriendo y mentando madres. Según Clemente lo único que valdría la pena es que la gente, los trabajadores del municipio, salieran solidariamente a hacer labor política con la raza, a convencerla de que participe en la limpieza de su comunidad. De otro modo, no vale la pena que anden ahí los cientos de empleados haciendo una labor que corresponde, por una parte al municipio, y otra (en el frente de sus casas) a los vecinos.
Hay buena intención, pero estaría bien que se hiciera más trabajo político, que no sólo se obligue sino que se convenza a los trabajadores de ir a hacer no labores de limpieza sino labor de educación de un pueblo que no la tiene ni sabe trabajar colectivamente como sí lo hacen en algunas comunidades donde todo mundo tiene que salir a poner su grano de arena para limpiar la ciudad.
Sintéticamente lo que Clemente quiso decir es que si los políticos se ponen a hacer lo que se supone es el centro de su actividad, se ponen a hacer política de la buena, las cosas van a lucir muy bien no sólo por las calles limpias sino por la buena química que se va a generar entre pueblo y gobierno. Yo así le entendí, ni modo.

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