MEMORÁNDUM

Por Gerardo Ruano Cástulo

*** Añorve y el trapecismo político

 Tal vez motivado por las ocurrencias y metidas de pata constates del dirigente estatal del PRI, Efrén Leyva Acevedo, Manuel Añorve Baños, candidato de la Coalición “Tiempos Mejores para Guerrero”, se animó a comparar en su discurso de toma de protesta a la política con un circo. Por aquello del malabarismo.
Y es que, desde que asumió las riendas del Tricolor en Guerrero, el mentado Vaquero de San Mateo simplemente no da una. Destacando dentro de sus posturas una que otra ocurrencia. Siendo la más reciente, la del domingo, cuando en el acto de toma de protesta de su candidato, en la explana de las oficinas del PRI estatal, se desgarraba las vestiduras gritando y erigiéndose como defensor de la lealtad.
En Chilpancingo muchos saben de la soberbia y despotismo de Efrén Leyva. En la capital, por su gris y nefasto trabajo como alcalde goza de una pésima imagen, y pocos le creen sus buenas intenciones. No tiene calidad moral para hablar de valores. Representa a lo más podrido del Tricolor. No debemos olvidar que llegó a la dirigencia en forma por demás autoritaria, pasando por encima de los estatutos de su partido, y el muy digno habla de lealtad. Pura payasada. 
Por eso, tal vez Manuel Añorve comparó a la política con un circo, etiquetando en su discurso a sus opositores como malabaristas, que sino mal recordamos, serían aquellos que según hacen esfuerzos para sostener lo que tienen en las manos.
Nada más que el candidato del PRI se olvidó de algo elemental. Que quien crítica debe tener la cola corta o pequeña. Lo que no ocurre y mucho menos si el tema es comparar a la política con el circo.
El asunto es, que también en ese tipo de espectáculos no faltan los trapecistas. Aquellos que se lanzan por el aire (a la aventura) con la esperanza de alcanzar el trapecio del otro extremo.
En Política, los trapecistas son quienes sin haber concluido un cargo público, sobretodo donde se manejan recursos públicos, ya se andan promoviendo para otro en aras de mantenerse en el poder. Simplemente el poder por el poder.
El primero de enero de 2009, Manuel Añorve rindió protesta como alcalde de Acapulco. Y en lugar de ponerse a trabajar como “Dios Manda”, el gusanito de la ambición tocó su corazón, y comenzó su aventura en pos de la gubernatura.
Presumía un gobierno de diez. Sin embargo, dejo colgados a los Acapulqueños. Le dio prioridad a su proyecto personal, sintiéndose el mesías y el elegido del ex gobernador Rubén Figueroa, quien hasta antes de octubre de 2008, no tenía esperanzas de competir al senador Ángel Aguirre Rivero.  
Añorve Baños saltó del trapecio y hoy va en el aire (en la aventura política) en aras de alcanzar el cada vez más lejano trapecio de la gubernatura. Por eso, tal vez compara a la política con un circo. Esa es la cuestión.
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