APUNTES DE UN VIEJO LÉPERO

El atentado contra El Sur

Jeremías Marquines

El atentado a balazos contra el periódico El Sur es un acto de terror y de intimidación que debe ser condenado por toda la sociedad, pero principalmente por todo el gremio periodístico más allá de diferencias o enconos.
Resulta lamentable y aberrante que la bajeza moral se imponga en este sector y hayan dejado como un evento sin importancia este artero atentado donde estuvieron en peligro las vidas de varios compañeros.
Es vergonzoso que los diarios principales de Acapulco no hayan dedicado ni siquiera una línea en sus portadas para condenar este hecho, eso dice mucho del nivel de la prensa que se publica en este estado.
Hoy el atentado lo sufrió El Sur, mañana puede ser cualquier otro medio de información, y si no existe la mínima solidaridad, entonces el cinismo y la bajeza se habrán apoderado de este gremio y la sociedad habrá de pagar esa consecuencia porque evidenciará que ya no están al servicio de las mejores causas sociales.
El atentado a El Sur, se inscribe en la lógica del terror que durante los últimos meses se ha apoderado de Acapulco debido a la indolencia de las autoridades municipales. Se inscribe también en el esquema de hostigamiento que este medio ha sufrido desde el gobierno estatal, aunque, sin conceder, particularmente no creo que el gobernador Zeferino sea tan estúpido como para cometer este atentado; y por último, no hay que descartar el ámbito de las campañas políticas donde existe un equipo que no tiene escrúpulos como para poner en marcha cualquier estrategia de terror que pueda servirle para remontar su alicaída condición de segundos.
Desde hace unas semanas hemos visto cómo el equipo añorvista viene preparando el escenario para intentar acreditar la guerra sucia que han venido realizando casi desde el inicio de las campañas, al candidato de la Alianza Guerrero nos une. Incluso las declaraciones que este jueves dijo del alcalde de Chilpancingo Héctor Astudillo así lo confirman: “…lo que sucedió con la propaganda de Manuel Añorve y lo que concluyó en la noche con el ataque a El Sur, son actos que están ligados a esa etapa de terror que alguien está impulsando en Guerrero…”, dijo perversamente el alcalde capitalino. ¿Y por qué al Sur?, porque es el único periódico que da cuenta de la vida política del estado y el impacto que buscaban los perpetradores es político.
En los últimos días los añorvistas han creado dos acusaciones que tienden a polarizar y a generar un ambiente de miedo y de repudio entre los ciudadanos. Con absoluta irresponsabilidad, el secretario del ayuntamiento de Acapulco, Vicente Trujillo Sandoval lanzó acusaciones dolosos cuya pretensión fue quitarle al gobierno municipal la culpa por el desabasto de agua que sufre la población y dijo que las bombas fueron saboteadas, dejando entrever que fueron gente de la campaña aguirrista, cuando la realidad es que han sido incompetentes para resolver el problema del agua en la ciudad.
La otra patraña se refiere al supuesto robo de la propaganda de Añorve de la cual también pretende culpar a los aguirristas. La estrategia de los priístas es básica, de primaria pues. Se autoflagelan para luego pretender culpar al de enfrente. En esta lógica no hay que sorprenderse si mañana o pasado el señor Añorve se autosecuestra para convertirse en víctima y tratar así de recuperar la simpatía que tiene perdida. Estas son estrategias básicas que el PRI ha usado en casi todas las contiendas electorales donde a todas luces la población le has dado la espalda. El fin es generar terror en la población para inhibir la participación ciudadana.
Es lamentable que ante la falta de propuestas y de logros, don Añorve recurra a los más bajo del arsenal político. Y por otra parte, también es criticable que el candidato de la Coalición Guerrero nos une no haya fijado una posición política definida ante el grave atentado contra El Sur. El desplegado que publicó la coalición firmado por el coordinador general de la campaña fue un mero formulismo ñoño y soso ante el desplegado firmado por Añorve con mayor contundencia. De nada le sirve a esa coalición que paguen a dos empresas si los resultados son un fiasco.
Manuel Añorve sabe que está a la baja y que no tiene otra opción más para remontar que la provocación, el golpeteo y la mimetización del discurso y sus acciones. Moralmente ha sido reprobado por la población y las estrategias de intimidación, insultos y presión contra quienes piensan distinto a él y no lo apoyan sólo acelera su caída.
Lo cierto es que ante la grave crisis de seguridad pública que vive el estado de Guerrero ninguno de los dos candidatos punteros ha fijado una posición que tranquilice y de certeza a los ciudadanos. Ambos se quedan en la ambigüedad y ninguno aprovechó este momento para mandar un mensaje de confianza a la abatida sociedad.
Por el lado del gobernador de Guerrero Zeferino Torreblanca las cosas no están mejor. En lugar de asumirse como gobierno, el ejecutivo estatal se asumió como un particular que se deslinda de los hechos. Varios años de mantener una política de hostigamiento contra El Sur lo colocan ahora como el primer sospechoso del atentado y así se comportó. La mediocridad que lo ha acompañado a lo largo de sus casi seis años de gobierno, ahora se mostró en todo su esplendor pues ni siquiera supo con certeza qué posición asumir con respecto a este hecho de violencia.
En fin, así las cosas, lo que es cierto es que a partir del atetado contra este periódico, las campañas políticas para cambiar gobernador de Guerrero entraron a otra dinámica: una dinámica donde la perversidad será el eje rector de las estrategias y es una campaña que dejará muchas secuelas en la sociedad de Guerrero porque estará asociada a la inseguridad y el terror. Es obligación de la sociedad rechazar a quienes sin escrúpulos intentan imponerse usando recursos como el rumor de violencia en las escuelas y el engaño.

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