APUNTES DE UN VIEJO LÉPERO

Por Jeremías Marquines

Un nuevo desarrollo para desechar a Acapulco

Los candidatos a gobernador de Guerrero de las coaliciones electorales: Guerrero nos une que encabeza Ángel Aguirre y la otra denominada, Tiempos Mejores, del priísta Manuel Añorve, se han estancado en el tema de si apoyan o no apoyan el proyecto de la criminal presa La Parota.
Como en todo proyecto o producto que quiere venderse, atrás siempre hay escondida una verdad absoluta. La verdad sobre el proyecto de la presa La Parota no es ni siquiera una verdad ambiental. Lo que sucede es todavía más grave y golpea directamente a la gente que vive en el Acapulco tradicional, la que vive del turismo, la que tiene hoteles y comercios a orillas de la bahía.
Muchos no se han dado cuenta que el proyecto de La Parota busca crear un  nuevo polo de desarrollo turístico que sustituya al del Acapulco que ahora se conoce. Y se quiere sustituir porque Acapulco ya no es rentable ni vendible como destino turístico. Por esta razón, desde hace muchos años el gobierno federal dejó de interesarse en Acapulco y dejó de invertir. La idea es que se fuera degradando al nivel que está ahora. Al construirse un nuevo polo de desarrollo planificado como el que se propone a orilla de la presa La Parota, el Acapulco de la bahía habrá dejado de existir y con ello todos los comercios y negocios que alguna vez prosperaron en sus orillas.  Con una nueva oferta de turismo, la gente ya no tendría motivos para visitar una bahía degradada y contaminada. Entonces, el Acapulco que se conoce hoy pasará a llamarse el viejo Acapulco y el de La Parota, el Acapulco del siglo XXI.
El nuevo Acapulco sería el punto de atención del turismo y la inversión inmobiliaria extranjera. Y consecuentemente, toda la inversión que se haya hecho en esta bahía quedaría reducida a nada. El beneficio del que hablan con la construcción de la Presa no está en la generación de 5 mil empleos que se perderán en tres años, al terminar la obra; sino en la millonaria venta de las tierras cuyo metro cuadrado superará cualquier precio que se haya pagado en dólares por los terrenos que circundan la bahía. Y sí, habrá nuevos hoteles y nuevas centros comerciales y tiendas, pero los dueños no serán los pequeños inversionistas que ya tienen sus negocios en el Acapulco viejo.
Esas ganancias no serán, por supuesto, ni para los comuneros, ni para los taxistas, ni para los albañiles de la CTM,  ni para los alcahuetes locales que hoy se desangran las venas defendiendo un proyecto que ni siquiera conocen con exactitud. La venta de las tierras estará en manos de cuatro o cinco sátrapas, incluido el actual gobernador Zeferino Torreblanca que están desesperados por expulsar a los campesinos de la zona.
Esta es la realidad de por qué al gobernador Zeferino Torreblanca le urge tanto que se haga este proyecto. Es una lástima que los dos candidatos priístas y el panista no tengan ojos para ver más allá de ambiciones electorales. No ven por el bienestar de Acapulco, no están interesados en el futuro de la gente que ha vivido siempre a orillas de esta bahía. Al apoyar la ambición y la necedad del gobernador Zeferino Torreblanca, Ángel Aguirre decepciona. Aguirre quiere quedar bien con todos y esa es una actitud hipócrita y manipuladora que no genera confianza ni certeza. Antes de declarar a la ligera, debe considerar no sólo la información técnica y financiera de la CFE que desde hace unos nueve años viene repitiendo. Debe ver por el futuro de la bahía de Acapulco y de su gente. En lugar de crear polos de desarrollo que desplacen los que ya existen, a Acapulco hay que fortalecerlo, hay que crear nuevos atractivos turísticos, hay que mejorarlo. Apoyar la construcción de La Parota es condenar al Acapulco tradicional a la muerte.
Al apoyar el proyecto de la presa La Parota, los candidatos de ambas coaliciones sólo muestran inmadurez, ambigüedad en sus decisiones, oportunismo y falta de carácter. Ambos se han dejado mangonear por el personero de los caciques inversionistas, el gobernador Zeferino Torreblanca.
Ambos candidatos muestran falta de conocimiento del tema y falta de visión de futuro sustentable. Son candidatos flojos que no tienen ni propuestas ni proyectos propios. Se van por lo más fácil que es montarse en cualquier otro proyecto, aunque sea dañino para los ciudadanos. Buscan en las talegas del pasado proyectos rancios para venderlos en un tiempo que ya no entienden. Este es un llamado de atención a corregir. En las campañas electorales se gana siendo congruente y firme con las ideas. Los candidatos que chaquetean para un lado y para el otro con tal de quedar bien un día con unos y otro día con otros, terminan por perder el respeto y el apoyo.
Pero además, el tema del proyecto de la construcción de una mega presa como La parota no es un tema de interés inmediato de la población de Acapulco. A la gente le preocupa la inseguridad, el miedo a la policía y los criminales, la falta de servicios básicos, y la baja captación turística de fin de año.
En segundo lugar, el tema de La Parota es un problema particular de Acapulco, su impacto social y económico está circunscrito sólo a este territorio. Y por si aún no se han dado cuenta, La Parota no representa ningún desarrollo ni beneficio económico para los otros 80 municipios que tiene el estado de Guerrero y que sufren sus particulares problemas de atraso y subdesarrollo.
El tema de la presa La Parota, sólo interesa al gobernador Zeferino Torreblanca y a un grupo de ambiciosos que ven en la depredación del medio ambiente oportunidades de enriquecimiento inmediato. La visión inmediatista de progreso con la consecuente degradación ambiental y social, se impone a la visión de futuro sustentable. Hay alcahuetes para todo, incluso hasta “los empresarios” vende puercos se interesan en este tema porque se imaginan que la presa va a consumir muchos cerditos, o los taxistas que piensan que harán viajes especiales hasta la zona de construcción.
Pero más allá de los asuntos de protección medioambiental y de los alcahuetes oficiales, el argumento para estar en contra de esta presa es la sustitución de Acapulco. Dicen sus defensores, incluyendo a ambos candidatos priístas, que la presa representa un nuevo polo de desarrollo turístico. Añorve en su oportunismo vil, hasta pagó una plana completa en los diarios para decir un montón más de mentiras e inexactitudes sobre este asunto. Aguirre recula y decepcionando a muchos antes de tiempo al intentar (según él, muy político) matizar su postura. Muy mal para alguien que intenta ganarse el respeto y la aceptación de la gente. Jugar a la estrategia del punto muerto o a la sabiduría salomónica sólo genera injusticia disfrazada y desconfianza.

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