Por Jorge Falcón
Atoyac de Álvarez.- De acuerdo con el World Competitiveness Report, la posición de México dentro de los países analizados cayó del número 30 en el año 2000 al 60 en 2009-2010. No obstante, cabe mencionar que durante este lapso el reporte sufrió algunos cambios metodológicos y la inclusión de nuevos países, por lo que la clasificación debe considerarse únicamente como indicativa de la tendencia.
Sin embargo, si se considera la competitividad relativa frente al país líder de cada año desde el año 2001, se observa que México no ha logrado cerrar la brecha de competitividad que nos separa de los países líderes -Estados Unidos, Dinamarca, China, Suecia, Suiza, Japón y Finlandia. En consecuencia, puesto que la competitividad es relativa a la de los demás países, esto significa que México continúa estando muy rezagado en el contexto internacional.
La principal consecuencia de esta situación es que mientras no mejore el atractivo del país en el entorno global, contará con menores recursos de inversión y de tecnología que otros países y, por lo tanto, se vuelve más difícil poder acelerar su crecimiento.
Las causas del lento crecimiento del país han sido ampliamente estudiadas y discutidas durante los últimos 15 años. Por esta razón, abundan propuestas sobre los cambios o reformas que se requieren en materia fiscal, laboral, energética, educativa, investigación y desarrollo, infraestructura, desregulación o del sistema judicial, entre otras.
Además, en los últimos 10 años ha habido tres intentos de reforma fiscal, uno de reforma energética y uno de reforma eléctrica con escaso o nulo éxito, en tanto que uno relativamente exitoso es el del régimen de pensiones del sector público. Sin embargo, el principal objetivo de este último se relaciona más con la sustentabilidad de mediano y largo plazo de las finanzas públicas que con aumentar el ritmo de crecimiento del país.
La imposibilidad de avanzar en las reformas estructurales necesarias es atribuida principalmente a la fragmentación y división del poder político y a que ningún partido ha tenido una mayoría absoluta en el Congreso desde 1997. En esta situación no ha sido posible conciliar las diferentes visiones y propuestas económicas de los distintos actores políticos y sociales.
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