OPINION

Por Manuel Tello Zapata
Los comunitarios; mentiras y realidades
Muchas elucubraciones se están haciendo en la zona centro de nuestra entidad, con motivo de la ocupación que hizo la Policía Comunitaria de ocho comunidades de Chilpancingo, destacando desde luego El Ocotito, donde la gente dio un gran apoyo y recibimiento a estos grupos, porque están cansados de ser víctimas de la delincuencia. Sin embargo, al calor de estos hechos se han tejido diversas versiones tendenciosas que se alejan por completo de la realidad: la acción de estos grupos de policía rural comunitaria no genera de ningún modo una crisis en Chilpancingo ni las cosas se están saliendo del control gubernamental.
Se trata de un pequeño grupo de policías comunitarios que no supera los mil 200 elementos, armados con rifles, escopetas y pistolas de bajo calibre que no son de ninguna forma delincuentes. Por lo contrario, buscan combatir la violencia contra el pueblo que no han logrado detener las fuerzas policiacas y militares del Estado Mexicano.
No faltan los agoreros del desastre que están pregonando una guerra civil si estos comunitarios arriban a Chilpancingo. Esto es una versión de locos y de gente que está bajo los influjos de alguna droga. Porque este grupo jamás podría con la fuerza militar del poderoso Ejército Mexicano y la Armada de México, así que inducir a los comunitarios para que se enfrenten a la fuerza del Estado, sería llevarlos al matadero.
Por el contrario, el Gobierno en sus tres niveles debe aprovechar esta situación como lo están haciendo en Michoacán, para que en Guerrero se establezca una especie de alianza donde la colaboración de las policías comunitarias que tienen la confianza del pueblo, se use para lograr la captura de los jefes que controlan la delincuencia y que de esa forma se pueda terminar con la violencia, que ya no se soporta en Guerrero.
Es por eso que de manera acertada, el Alcalde capitalino Mario Moreno Arcos, ha dicho que los policías comunitarios no son el enemigo a vencer, sino los grupos delincuenciales. Señaló que la violencia se debe combatir también con la generación de empleos y la aplicación estricta de la ley.
El dirigente de la UPOEG, Bruno Plácido Valerio, debe actuar con inteligencia como lo están haciendo los dirigentes comunitarios de Michoacán. El poder que ha obtenido ahora no debe marearlo, porque podría ir a la cárcel si incurre en actos que configuren delitos, como ha sucedido con otros dirigentes comunitarios.
La policía comunitaria, como su nombre lo dice, es un grupo campesino, no urbano. Poco o nada tienen que hacer en las ciudades como Chilpancingo, por lo que sería un error de sus dirigentes si deciden “tomar” la capital del Estado donde la violencia debe manejarse con otro tipo de estrategias. De cualesquier forma, El gobierno será tolerante con los grupos de policía comunitaria y habrá diálogo y acuerdos que convengan a todos, pero especialmente: que se reduzca la violencia.
ACUSANDO SIN PRUEBAS
Luego del conflicto generado por un grupo de comerciantes que tomaron la plaza cívica Primer Congreso de Anáhuac en Chilpancingo, donde el protagónico dirigente Pioquinto Damián Huato, aprovechó para llevar agua a su molino armando un mitote de los que nos tiene tan acostumbrados, los comerciantes apostados en la plaza cívica se retiraron pacíficamente, reconociendo que no tenían el permiso de la autoridad municipal para vender su mercancía en ese lugar.
Sin embargo, Pioquinto Damián ahora si se fue de la boca como en pocas veces. Dolido porque el Alcalde Mario Moreno Arcos no le cumple sus caprichos ni sus exigencias para meta a la nómina municipal a su hijo, parientes y amigotes, señaló al Presidente municipal de estar coludido con la delincuencia organizada.
Esto es grave, sobre todo porque Pioquinto Damián acusa sin tener pruebas; es como si se dijera lo que afirman muchos en Chilpancingo: que este dirigente empresarial hizo su fortuna traficando con la goma de opio porque después de ser un simple Maestro, puso una papelería y sus camionetas subían a la montaña para surtir papelerías y regresaban cargadas con muchos kilos de goma de opio. ¿De ahí hizo su fortuna inexplicable? Solo así se entiende que de oscuro maestro se convirtiera rápidamente en acaudalado empresario.
Mario Moreno Arcos es un político limpio y su trayectoria es de todos conocida en Chilpancingo y en el Estado de Guerrero. No tiene nada de qué avergonzarse y por esa gran trayectoria, sus contrincantes políticos buscan la forma de golpearlo; pero esta acusación de Pioquinto Damián, quien debe ser investigado en el origen de su fortuna, de plano se pasó de todo límite. Aparte de conectar la lengua con su cerebro cuando hable, también debe dejar de venderle protección a los ambulantes.

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