ENTRE LA VERDAD Y LA FICCIÓN

Por Por Jorge Luis Falcón Arévalo*
El que hace política debe hacer política social; es decir trabajar por un mejor país
No la cantidad de ineficientes y escasos creativos representantes populares o empleados gubernamentales que estamos observando.  Viendo desenvolverse sin producir, menos proyectar provechos o progresos sustanciales en los habitantes. Bolsillos vacíos. Ni trabajan, ni producen; menos hacen política. ¿Qué vemos? Bocones, mentirosos, maricas y gente criminal. Con monotonía incesante, vemos cómo entorpecen y obstaculizan nuestra actividad diaria.

México severamente saqueado. México con riqueza en el campo; pero sin el apoyo real que merece no tan solo el campesino; sino la propia naturaleza. La tierra merece ser tratada para producir: No sembrarle ni abonarle  veneno. La naturaleza en sí, produce; pero hagámoslo con sapiencia, con normas y métodos ¿De qué sirve la profesionalización en las Universidades?

Frutas y verduras que debe ser procesadas en fábricas o empacadoras en nuestros litorales, cuerno de abundancia de estos manjares, no tiene ni el 20 % de captación; menos de producción, sino que es mal vendida, y por ende, mal cosechada
Mismos litorales, con pesca rica en todas las especies; como también, moluscos.
No tenemos ni contamos con una flota moderna para pesca de alta mar; menos alguna empacadora que además de proyectar empleo, lograría  repuntar económicamente algún estado federativo de los diversos del país, en esas costas del Pacifico o del Golfo de México.
¿Ha funcionado la Educación Pública? ¿Ha mejorado la economía familiar? ¿Tenemos el valor moral de detener, responder y aclarar  las fallas y errores de los representantes populares, que han afectado sociológica y económicamente a cada familia?
Sopeso y reflexiono que la inmensa cantidad de hombres y mujeres que “ejercen la política” como profesión real, benéfica para el grueso de la sociedad; otros como mecanismos de vida fácil y sustracción de bienes ajenos; y, los demás como patente de corso para sus fines aviesos.
Voy sospechando que podía deberse a falta de cultura o a marginalidad social, de quienes gobiernan. Se hace necesario replantear el rumbo de las políticas públicas y la academia de la propia política como un arte de saber vivir cómoda y gratamente.
Es necesario cambiar a personajes  añejos, rancios y veteranos dejándolos en el dintel del respeto; y, no en la (in) grata justificación de “abrevemos de sus experiencia”. Hay nuevas mentalidades  de mujeres y hombres de sapiencia en las artes y ciencia de la política. Solo es cuestión de actuar. Dejemos el camino a las mujeres; los hombres han hecho del país, el estado y el municipio, una gran ruina entre la ficción, la farsa, la pose y las mariconadas, sin algo concreto dejando en la orfandad a niños, un futuro roto y desquebrajado.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario