TUMBANDO CAÑA

Por Juan Antelmo García Castro
La iglesia católica fustiga la pobreza y hambruna en Guerrero
“Nosotros realmente ardemos de codicia, y mientras vociferamos contra el dinero, llenamos nuestros jarrones con oro, y nada nos es suficiente”: El Obispo Jerónimo El domingo pasado, en la incendiaria editorial de su publicación semanal, la Arquidiócesis Primada de México calificó al gobierno de Guerrero como “estado asesino, regido por autoridades sordas y huecas de racionalidad, representantes de izquierda con chapuzas y malabares contra la vida, que no comprenden que el aborto sólo generará más violencia
, al asesinar a inocentes, y que están motivadas por intereses económicos, pagos de facturas políticas o el falso alegato de legislar en beneficio de la mujer, en una desbocada y demencial carrera por convertirse en los primeros estados asesinos del país…
Es una cortina de humo, un ardid y distractor cargado de los clichés y mañas populistas encubridoras del gobierno que olvidó a sus mujeres, de la realidad del estado castigado, hambriento, empobrecido y depredado por los responsables del bien común, ejemplo perfecto para tapar la incapacidad y fracaso de la agonizante administración estatal. Estos cambios legislativos, presentados como novedosos y de avanzada, en nada cambiarán la realidad del pueblo guerrerense, urgido del desarrollo frustrado por la corrupción del gobierno perredista, haciendo de la entidad un polvorín inestable por los rezagos sociales y la ausencia de oficio político”, refiere la provocadora e imprudente gacetilla de la iglesia católica, en irracional respuesta a la iniciativa presentada al Congreso local por el gobernador Ángel Aguirre Rivero… Recuerdo como si fuera ayer mi feliz niñez en el pueblo heroico de Ayutla de los Libres, cuando mi adorada abuelita paterna me enviaba junto con los no menos traviesos primos a tempranera misa dominical y por las tardes a la infaltable doctrina donde guapas y jovencitas catequistas nos enseñaban lo básico de la filosofía cristiana, por lo que hasta la fecha sigo profesando la religión católica…En esas amenas sesiones, compensadas al final con una buena dotación de chuchulucos, aprendí que la  misión de los frailes franciscanos enviados a la Nueva España entre 1523 y 1536, era la de evangelizar a los nativos de los territorios colonizados por la corona española, implementando un proyecto educativo cuyo objetivo central fue el de contribuir en la reorganización social de los pueblos indios, asegurando su autosuficiencia económica, además de su autonomía social y política; es decir, crear un cristianismo primitivo basado en la pobreza y el trabajo como San Francisco de Asís lo propagó… Los frailes franciscanos, para tal propósito, con ayuda de los naturales erigieron sus paupérrimos conventos, practicando a partir de entonces una rigurosa vida austera sustentada en las limosnas, se vestían modestamente, andaban descalzos y dormían en tablas, siguiendo la actitud de Jesucristo de tomar la pobreza como base y principio de la evangelización… Hoy día, suspiro de tristeza e irritación porque esos santos varones, los frailes franciscanos, nunca se imaginaron el posterior saqueo criminal de millones de toneladas de plata y oro de que fueron objeto los indios por el clero español, material argentífero y aurífero que ni la iglesia española,  mucho menos El Vaticano, han devuelto a sus dueños originales, los desde entonces expoliados y empobrecidos indios de México y de todo el continente americano… La siguiente, no es una cortina de humo, mis tímidos, dulces y H. miembros de la Arquidiócesis Primada de México, pero sí les recuerdo que “No debéis acumular tesoros en la tierra”, como lo dijo Jesús de Nazaret.(Esta historia continuará).

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