LAS HUELLAS DE LA VIDA


Por Raúl Román Román

Salvador Valdovinos Reyes “El Zihuatanejo de mi infancia”

Hoy es un día muy especial y placentero; la noche anterior había decidido ir a visitar a una de las personas más queridas, estimadas y admiradas, no tan sólo por el escribiente, sino por un puñado de amigos, compañeros y familiares, que hemos observado en él su don de gente, por su sentido de la solidaridad, por su leal amistad y por su eterno afán de servir a sus semejantes; y estos sentimientos no son productos del momento, sino de una constante construcción del afecto y el cariño con la familia Valdovinos Reyes, en el correr de veintiocho años de profunda amistad.

  Bajo una persistente lluvia que refrescaba agradablemente el ambiente, no se marcaban las ocho cuando nos trasladamos a su domicilio; ya sabía que se encontraría despierto, puesto que sus costumbres de cumplido hombre de campo así le han marcado el alma.
  El maestro Salvador para sus alumnos, Salva para sus hermanos y Chava para el resto de la gente, acababa de leer el periódico y escribía algún pendiente; raudo y veloz abrió de par en par las puertas de su casa, y emocionado saludaba confiada y amablemente… el  motivo de la visita hizo que repentinamente se le agolparan en la mente más de cuarenta años, en cuestión de segundos, usando esa mágica y extraordinaria capacidad humana que es la memoria, mezclándola con los sentimientos que le dan sentido a la vida.   
 Y así empezó a contestar el tema preferido por los habitantes de Zihuatanejo, de 1940 a 2014:                                            
 “En Zihuatanejo había una sola calle, la de la biblioteca, que haciendo una larga curva llegaba hasta la Playa Principal; y en el trayecto se abrían dos callejones: lo que hoy son las calles de 5 de mayo y Vicente Guerrero.
 Sólo había tres grandes zonas reconocidas: El Centro, La Noria, que es una comunidad de pescadores y la colonia “De los hermanos”, lo demás eran huertas, manglares y mar, con sus colores hermosos, vivos y contrastantes. 
 Muy temprano ensillábamos los burros y nos íbamos a ordeñar al cerro; al regresar cortábamos leña, tanto para el consumo de la casa como para venderla; nos la pagaban a cuatro pesos la carga, y de ahí yo le daba un peso a “Manche”, puesto que yo la cortaba y él bajaba a venderla. Ya en la tarde había que ir a encerrar los becerros.
 Más tarde, nos íbamos a la escuela, entre huertas, laguna y camino de tierra; fue la Escuela Primaria “Vicente Guerrero” la que nos amamantó en cuestiones del saber, que nos dio luz educativa a través de los maestros: Santiago Rueda Millán, que fungía como Director, el maestro Lázaro Ramírez, que fue mi tutor, Lupe García, Nati Vega, Ángel Solís, los maestros Toño y Nilo y una maestra muy joven y muy querida por todos nosotros: Elsa Rendón Gatica, de Iguala.
Ahí, desde la loza que tenían los baños, nos echábamos clavados hacia el estero, que cubría hasta donde hoy es el canal, pegado al cerro de la Madera, que era alimentado por el arroyo que baja por Agua de Correa;  nos gustaba acercarnos del otro lado  porque  estaba la huerta de César Galeana y ahí tenían pavos reales con sus plumajes muy vistosos; también nos tocaba presenciar el sacrificio de los animales, ya que cerca se encontraba el rastro, hacia donde ahora está un estacionamiento.
 Ya en la secundaria, las caminatas eran más largas, entre las huertas paridoras de todo, ahí convivimos con grandes maestros como los profesores: Zeferino Castellanos, Carlos Rosado, René Nava y Carlos Mellado, entre otros, y había quien se iba en bicicleta para llegar más rápido. El regreso de la escuela se volvía  una fiesta, porque entre risas, carreras y recolección, traíamos: cocos, mangos, guayabas, naranjas, toronjas, limones, y como los dueños nos conocían permitían que los cortáramos, entre carreras y algarabía estudiantil.
 En ese entonces la familia que tenía una carreta jalada por los bueyes era afortunada, puesto que primero ibas a traer coco y lo llevabas a partir, de regreso, la traías llena de  bonote que servía como combustible en las tabiqueras, ahí lo dejabas y la retacabas de ladrillos, que los transportabas adonde lo pedían, y así, tiro por viaje.
 En ese tiempo don Salvador Espino era una persona muy bondadosa y de mucha experiencia, ya que le tendía la mano amiga a quien lo necesitaba; arreglaba situaciones comunitarias, le compraba sus productos a la gente que bajaba de la sierra, e influía para bien en las autoridades, ya sea para ayudar a alguna persona o para tomar una decisión que beneficiaba a nuestra población.     
 También estaba la tienda de ropa del señor Montenegro, que tenía un sonido de donde anunciaba su mercancía. Allá por donde ahora está la cancha municipal estaba el restaurant: “La Flor de Zihuatanejo”, que era el único lugar donde se acercaban a tomar alguna paleta o agua los fuereños. La cancha estaba entre lo que es “La Surtidora” y los billares “Álvarez”, y el palacio municipal antiguo, que… bueno, no existe más; ahí pasaba la calle y se hacían los bailes, eran pocas las personas que tenían un carro y, estos eran carcachitas que poco circulaban.
 En los días de carnaval se nombraba un patronato, después se elegía y se coronaba a la reina, se organizaban bailes populares, donde todos nos conocíamos y venían los familiares y amigos de la sierra, de Pantla, de Barrio viejo y del Coacoyul; se organizaba el desfile con carros alegóricos y se desarrollaban concursos de disfraces; la mayoría de estas actividades se repetían en las fiestas de navidad y el año nuevo.
 Los días sábados y domingos eran muy bonitos, te ibas con los amigos a las antenas de la radiodifusora, allá estaba la estación, se cruzaba la colonia de “Los Hermanos” rumbo a las Mesas, y mucha gente participaba en ”La hora de los Aficionados”, generalmente cantando y uno pues les iba a echar porras y a divertirte de lo lindo, ya que se convertía en un precioso paseo… luego te regresabas al muelle, y hasta te regalaban los ojotones, que son muy sabrosos; había ocasiones que el pescador arrojaba la atarraya y no podía sacarla por tanto pescado que atrapaba. Caminabas hacia la playa del Almacén, después te metías hasta “La Madera”, y si de veras tenías ganas de aventuras, ensillábamos a los burros, y rodeando el cerro de “La Ropa” visitabas la playa de “Las Gatas”, que era y sigue siendo una delicia; al regresar, llenabas hasta dos costales de mangos para regalar a la familia. En las tardes, o bien bajábamos a jugar futbol a La Madera o nos juntábamos con “Papa León”, en la cancha de la Zapata, donde está la escuela primaria, ahí se organizó el equipo de la colonia, y “Papá León” nos llevaba y nos traía en su camioneta, convirtiéndose en un personaje muy querido por nosotros.
 En la mayoría de las casas se procuraba tener una noria, pero a veces el agua salía salada, por lo que nos trasladábamos al “ojo de agua”  de arriba de la Zapata, ya sea en “palancas”, en los burros o en las carretas.
 Los días domingos la población se venía adonde está actualmente el hospital general, ahí estuvo la cancha de beisbol con juegos “a morir”, con porras bravas principalmente de la Noria.
 En el centro estaban las familias: Castro, Galeana, Espino y Álvarez, entre otras; en la Noria: los Lara y los Arciniega y en la Colonia Zapata, que éramos los más humildes, con los Oliveros, los  Maciel, los Valdovinos y los Chávez”.     
Y así fue la plática donde un hijo pródigo de Zihuatanejo demostró cuanto vivió en su niñez y cuan rico ha sido al lado de su familia y de su gente, recordando y añorando la vida pasada, con una niñez carente de recursos materiales pero enriquecida de experiencias e imaginación, que se fue temporalmente a estudiar con sacrificios y convicción y regresó triunfante a servirle a su patria chica, que vela por el bienestar de sus hijos y de sus hermanos, que agradece a Dios haber conservado a su padre, don Ranulfo, hasta los 105 años de edad y haber nacido en esta bendita tierra de Zihuatanejo, sí del Zihuatanejo de su vida y de su corazón.
Desde el hermoso “lugar de mujeres”. Raúl Román Román

2 comentarios:

  1. Gracias Salva por recordarnos esos viejos tiempos bonitos e inolvidables que jamas se repetiran recuerdo que entre las huertas abia un estero donde jugabamos el 3x8 18 donde un grupo de muchachos nos quedabamos despues de la escuela para jugar , algunas veces jugabamos en la playa frente de la escuela, son tantos recuerdos que me acorde que acian peleas de box donde el entrenador era el aguila benitez entrenabas tu taurino y artemio ruiz y otros mas , yo te mando un saludo desde california a y a toda tu familia , el pequeno veneno que dios te vendiga salvador

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  2. Grasias salva por recordar esos tiempos tan lindos de nuestra infancia aun que yo soy un poco menor que husted me acuerdo de muchas cosas que aun que ase mucho tiempo sali de la zapata con el noke y cuando nos juntabamos com [papa leon]y le comiamos el pan de su su tienda . en la zapata [la chiva. el indio. la rata y la ratita hijos de la alondra de guerrero.y muchos mas saludos a manche de parte del[trivi]

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