LAS HUELLAS DE LA VIDA

Por  Raúl Román Román

Ángel tellechea pineda “chamberina” “la magia del ser human
“Yo soy el viajero que alegre de Guaymas salió una mañana. . .”

Así se adornaban las tardes y las noches de Zihuatanejo, Ángel Tellechea Pineda, general y cariñosamente conocido como “Chamberina”, en la distancia del recuerdo, del apodo que los primos sinaloenses le habían bautizado, haciendo referencia a los panes deliciosos que se producen en esa entidad federativa.

Con voz, entonada y pausada, en el seno del grupo predilecto de la cual formaban parte: Daniel Bravo, Jorge Bustos Aldana, Lázaro Ramírez Cervantes, Fabio Aguado Herrera, David Hernández, entre otros, unían sus voces y sentimientos a sus recuerdos para cantar “El Pájaro Azul”, “Morenita mía”, “Veracruz” y el himno personal de “Chamberina”: ”La barca de Guaymas”, en el viejo y querido Zihuatanejo, tierra pródiga y bondadosa que tantas bendiciones ha repartido a sus hijos nativos y adoptivos.

 Ángel nació en Mazatlán Sinaloa, dentro de un hogar sencillo y modesto; en la búsqueda por la vida, a los siete años emigra hacia Acapulco, la perla tropical más hermosa del mundo, donde recibe la amorosa protección de su mamá, doña Sofía Pineda, y pasa una parte de su activa niñez bajo ritmos de estudio y trabajo; más tarde, su abuela Gregoria Medina, conocida como doña Goyita, requiere su presencia y compañía donde será su residencia definitiva en el tránsito por esta vida; Zihuatanejo, el más hermoso rincón costeño del estado de Guerrero; ahí, en su etapa adolescente, empieza a frecuentar una pequeña tienda propiedad de los señores Alfonso Palacios Velarde y de doña Aurora Ávila  López, pero más que ir a comprar, sus frecuentes visitas eran con fines amorosos y matrimoniales, la belleza de Aurora, hija del matrimonio comerciante, le había inspirado el pensamiento y robado el corazón, sentimiento inequívoco del amor del hombre hacia la mujer que desemboca en el sacramento del matrimonio, pleno de felicidad y alegría y para toda la vida.
Juntos procrean a Ángel Alfonso, Astrid y a Adrián, a los que se dedican en cuerpo y alma, con el deseo ferviente de cumplir sus labores de padres. Los llevan paso a paso basados en sus experiencias, amor y esperanzas.
 Mientras, de forma modesta talla, moldea y da forma a la madera, su oficio de carpintero, en ocasiones se convierte en un arte, por sus líneas definidas y su esfuerzo denodado, lo que hace que cuando se crea la escuela secundaria “Eva Sámano de López Mateos”, sea parte del grupo fundador impartiendo el taller de carpintería como servicio a la comunidad, durante un año, para ser basificado posteriormente.
En su período magisterial prepara, incansablemente, a cientos de alumnos que van creando un profundo sentimiento de gratitud, que le demuestran abiertamente en su etapa de maestro jubilado.
Los días domingos, su mayor alegría era cuando escuchaba el ¡plaaaaaaaay booooool! y saltaba al diamante beisbolero para abrir el encuentro desde la loma, o bien, cubriendo la primera base y defendiendo los colores del equipo de “Los Pescadores”.
Fue un personaje que le dio brillo y decoro al “Rey de los Deportes”; lo jugó, lo enseñó y lo llevó siempre en su corazón.
Durante la semana, al lado del maestro Fabio Aguado, moldeaban los bates de madera que ofrecerían más tarde a la comunidad deportiva; vigilaba el desarrollo de la liga y armaban los encuentros regionales, para la algarabía de la afición.
 Así fue como “Chamberina” se fue convirtiendo en un icono comunitario local, por su don de gentes, por su sentido social y porque, con seriedad y cariño visitaba matinalmente a los grupos de pescadores que salían a tender sus redes en las playas del puerto; su casa siempre tuvo las puertas abiertas, de par en par, para sus amigos y compañeros de la vida y, ya cayendo la tarde en tiempos crepusculares, se trasladaba a la unidad deportiva donde se empeñaba en que los niños y los jóvenes practicaran el béisbol, como disciplina formativa y placentera.
Por sus actitudes “Chámbera” viste de orgullo y cariño a nuestra tierra, pues siempre aportó entrega y voluntad, en los proyectos comunitarios, con el único fin, de ser  mejor cada día y, estando al lado de Dios, siempre será recordado con su serrucho servicial, la guitarra trovadora y su casaca beisbolera, como un ser humano íntegro amoroso y legendario.
Y con guitarras cantarinas se alegran las noches serenas, con Daniel y Chamberina cantándole a las estrellas con versos del maestro Fabio entre cantos de sirenas.
Desde el hermoso “lugar de mujeres” Raúl Román Román.

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