Rogelio Ortega y el PRI: ¿error o ingenuidad?

Es prácticamente un hecho la ratificación de Rogelio Ortega al frente del gobierno del Estado. A pesar de todo lo que se ha dicho sobre su cuestionable actuación, un sector de diputados del Congreso ha cedido ante las presiones de Ortega Martínez y se han decantado por respaldar su continuidad. Aunque es claro que los sobornos y las presiones parecen haber funcionado, resulta sopresivo que algunos legisladores del PRI se hayan sumado a la propuesta.

Es sorpresivo porque tal parece que el PRI y su candidato, Héctor Astudillo, confiados en la amplia delantera que llevan en las encuestas, prefieren la continuidad de Ortega a fin de evitar la famosa inestabiliad con la que el ex gobernador interino ha amenazado que se desatará si él no continúa en el cargo. Una amenaza que resuena a aquella máxima que popularizó Hugo Chávez para convencer a los indecisos sobre su permanencia en el poder: “Yo o el caos”.
Es tan casual la repetición de protestas con violencia que se dieron en Chilpancingo este domingo para exigir la vuelta con vida de los estudiantes de Ayotzinapa, que resulta cada vez menos descabellada la tesis que circula sobre el supuesto pacto perverso entre Ortega, la CETEG y otros grupos para desequilibrar el entorno según las necesidades políticas de Rogelio. Tal parece que Guerrero es rehén, una vez más, de la colusión y la ambición de quienes se aferran ciegamente al poder.
El PRI y Héctor Astudillo pecan de ingenuidad si creen que Ortega Martínez sacará las manos del proceso electoral y no apoyará a los candidatos del PRD con cantidades ingentes de recursos como las que hoy despilfarra a discreción para conservar su posición. Una vez ratificado, ni el PRI ni los otros partidos tendrán forma de frenar su intromisión y en un santiamén la contienda puede cerrarse y poner en serios apuros su posibilidad de alcanzar la gobernatura del Estado.
Los héroes temporales del escenario político son el Partido Verde y el Movimiento Ciudadano. A ellos habrá que darles el debido aplauso y reconocimiento. Su oposición a la permanencia de Rogelio evitó que el sábado se consumara el cochinero que Ortega Martínez ha generado y que hoy, curiosamente, enturbia y desestabiliza el ambiente político en Guerrero. Habrá que ver si se sostiene su rechazo y no ceden ante las presiones mediáticas y monetarias del hoy ex gobernador interino.
La prudencia que ha mostrado Héctor Astudillo y el PRI puede resultarles contraproducente si deciden avalar la continuidad de Ortega. Si bien es inobjetable contar con un entorno de calma y tranquilidad, también es cierto que lo último que necesita Guerrero es una estabilidad condicionada y presa del vaivén y del capricho de un individuo como Ortega Martínez, quien pretende sembrar la idea del caos y tragedia como herramienta para conservar su posición política.
Es indudable que los dados de la contienda electoral se modificarán en función de lo que suceda en la próxima sesión del Congreso. Los diputados de todos los partidos deberán asumir los costos políticos particulares que se deriven de la decisión que está en sus manos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario