¡VOY MANO!

Partidos y elecciones, De tránsfugas y vil pepena

Por Emilio García Cárdenas
Quienes afirman que la salida de militantes de un partido político para sumarse a otro prefigura un escenario inmediato, en realidad han descubierto el agua tibia, ya que en tiempos electorales es algo común que unos se vayan y que otros vengan. Evidentemente influenciados por las ideas de Maquiavelo sobre lo inútil que resulta la ética en los asuntos de poder, en las últimas semanas hemos visto a una considerable cantidad de políticos dejarse llevar por el vaivén de los intereses personales, y sin pudor de ir a contracorriente con su ideología (si es que alguna vez la tuvieron), renuncian a un partido para enlistarse en otro. 

Son los famosos tránsfugas, personas que abandonan las filas de una organización política y se suman a otra con el objetivo de lograr su ansiado coto de poder. Su mentalidad y conducta, empero, suelen quedar intactos, guardan las formas y se reservan hablar más de la cuenta. Están ciertos de que a la vuelta de la esquina pueden volver.
Si contabilizamos, efectivamente en este proceso el PRD es al que más le ha afectado la desbandada de militantes, con más de un ciento de renuncias que principalmente el PRI ha aprovechado para presentarlos como trofeos de guerra, imprimiéndole más enjundia de la necesaria a estas adhesiones.
Pero si, por otra parte, valoramos lo que se le ha ido al tricolor, habría que reprochar más bien al equipo de comunicación del PRD el no saber explotar la circunstancia. Hace una semana, por ejemplo, más de 150 dirigentes de sitios y organizaciones de transportistas de Acapulco se sumaron al proyecto de Beatriz Mojica, lo que numérica y fácilmente compensa los votos que pudieran darle a Astudillo la centena de ex líderes perredistas, muchos de ellos inactivos desde hace tiempo, con poca o nula carga de votantes.
Ese mismo día, una centena de asociaciones de mujeres refrendó su respaldo a la candidata perredista, muchas de ellas provenientes o identificadas en otros tiempos con el PRI.
No es cuestión de minimizar, pero sí es necesario llamarle a las cosas por su nombre. Todas las salidas pesan, lo mismo que ayudan las llegadas. Sin embargo hay ciertos movimientos que determinan en mayor medida el destino final de los procesos, como aquel de Ángel Aguirre Rivero en 2010, que dejó junto con sus principales cuadros al PRI para sumarse al PRD y ganar la gubernatura en 2011.
También vale la pena referir lo que aconteció en el 2006, cuando el figueroísmo no dejó al PRI pero sí abandonó a su suerte al candidato. El renejuarizmo hizo lo mismo, y Astudillo sufrió la peor derrota.
Son las jugadas maestras, movimientos telúricos de verdad. No se trata de una persona y sus 500 seguidores, que ya es mucho para ex regidores, ex diputados o ex dirigentes. Hablamos de poseedores de poder político y económico, auténticos contrapesos en la balanza política.
La historia del 2006 pudiera repetirse hoy día. Rubén Figueroa Smutny, el heredero del clan, ha anunciado que no apoyará a Héctor Astudillo, ocasionando un auténtico cisma al interior del tricolor que, mínimo, anuncia austeridad en el flujo de dinero, inmovilidad de las estructuras en muchas regiones del estado, y por consecuencia, una gran pérdida de votos duros.
Se sabe también que otros grupos de poder al interior del PRI, inconformes con el reparto de candidaturas, preparan sus camastros para echarse a dormir. Es decir, que no moverán un dedo por el candidato priísta.
Hace unos cuatro años, para estas alturas, René Juárez Cisneros habría expresado en alusión a su candidato Manuel Añorve: “Este cabrón no levanta”.
¿Levantará Astudillo?

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