De Adicto a ADICTO

Toda una vida de sufrimiento y mediocridad

Por Ernesto Salayandia García
Síntomas para detectar a un marihuano
< Héctor no tomaba ni fumaba, en la secundaria no me di cuenta que lo hizo, me di cuenta en mi casa, un día antes de irse a la escuela se le cayó en la cocina un cigarro de Marihuana, se le cayó de la mano y yo le puse el pie encima, él se dio cuenta, entonces me dijo que no era para él, que se lo llevaba a una muchacha,  para que se acostara con él, - Ah, entonces tú tienes que pagar para que se acuesten contigo, le dije, cómo andas mal.-
Ahí tendría como 16 o 17 años y luego empezó a cambiar de amistades, yo lo traía poquito vigilado, se juntó mucho con su primo, que después de los años, me di cuenta que vendían droga en su casa apoyados por su mamá, y él y el primo llegaban a la casa, uno corría al baño de arriba y el otro al baño de abajo, me daba cuenta que entraba al baño, luego no le bajaba, se tardaba un buen tiempo, después yo me metía al baño y decía este cochino no le bajó al baño y ni olía a nada, que casualidad que entran al baño, y luego salen volados, y nunca encontré nada. Después le dije a su papá y yo traía ese gusanito que algo no estaba bien, actitudes raras, amigos sospechosos, se volvió irrespetuoso, no me obedecía, mentira tras mentira, soberbio, pero yo sentía el peligro y el papá de Héctor nunca me hizo caso.
Error tras error cuando hay un drogadicto en casa 
De repente, todo se vino abajo al conocer el mundo de las drogas, a qué horas sucedió, que error cometí, será que mi esposo y yo nos divorciamos, yo le echaba mucha la culpa a él, porque no había sido un papá cercano, un papá que le enseñara, que estuviera al pendiente de él, mis papás me apoyaban, mi esposo me acompañaba, pero no sentía una participación efectiva, como que estaba opacado, sin embargo mi esposo cuando hablaba de mi hijo Héctor y empezaba a decirle cosas, era muy asertivo y muchas cosas que no tomaba él la decisión, es porque yo iba a respingar, iba a explotar y cómodamente, él me dejaba hacer y tomar mis propias decisiones; un día me dijo, - No lo he corrido de la casa, porque sé que tú te la vas a pasar llorando y buscándolo.- Todo eso que evitamos las mujeres y no dejamos que los hombres actúen, a veces es para mal, él hubiera no existe, pero si lo hubiera dejarlo actuar, otra cosa hubiera sido, pero yo no le permití que él tomara la autoridad, no lo dejaba ser y el pagaba el internamiento, me acompañaba, mis acciones eran de una madre desesperada, queriéndolo meter en cintura, cosas que al adicto ni le interesa, no le interesa ni la mamá,  menos otras cosas. Ahí empiezo a conocer la enfermedad y a ver mi error como codependiente, como mamá sobre protectora, como mamá con culpa, mal informada, ignorante y aparte si reciba la información, yo no estaba de acuerdo, yo era tan soberbia, que decía, todos están equivocados menos yo, tenía argumentos, - Ustedes no conocen a mis hijos, están mal, a mí no me va a dar resultado, están mal. Hoy sé que los papás, hombres conocen mejor a sus hijos en muchos sentidos, pero yo no dejé ser a mi marido, por soberbia. 
Consecuencias amargas que se  tienen que vivir
La enfermedad creció, y crecieron los problemas, Héctor se salió de la casa, de repente me apareció con un carro usado, un Mustang, no sabíamos dónde vivía, ni que hacía, al final supimos que estaba con la tía, donde vendían droga, ella lo solapaba, ahí entraba y salía; en una ocasión se escapó del anexo y le prometí que jamás lo volvía a meter, será porque tú lo quieras y tú lo pidas, en primer lugar porque ya estaba cansaba, aburrida y decepcionada, yo ya no quería nada, ni andar dando mi cara, y el Padrino Lalo, me dijo cuándo se escapó, - Sabes qué,  suéltalo, Héctor anda mal, anda con muy malas compañías y sí anda consumiendo, en cualquier momento hasta lo pueden matar, vamos a pedirle a Dios que ese no sea lo que le pase, que sea la cárcel, que no sea la muerte, esa es la verdad, son las alternativas que le quedan a Héctor, la cárcel o la muerte, suéltalo, vamos a pedirle a Dios que sea la cárcel y sí, como ya se había salido de la casa andaba haciéndole al malandro, y cayó en la cárcel. Duró preso 6 años. 
Un adicto se convierte en un excelente maestro
Yo le tengo mucho miedo a los gritos, mi papá era una persona que cuando se enojaba, gritaba, manoteaba, y a mí eso me paralizaba, me sigue paralizando, ya Héctor ha sido muy buen maestro, me ha enseñado muchas cosas, el caso es que el fondo que tocó en la cárcel no sirvió para que hubiera mejoría, ni arrepentimiento, ni cambio de conducta, le valió, no sufría por nada, tenía chalán, le lavaban, comía bien, le planchaban, ahí estaba yo visitándolo, él había perdido su libertad, claro que fue mejor porque no andaba en la calle, en peligro de que fuera a perder la vida de un momento a otro. Es triste y doloroso que les dé la espalda a sus hijos, en esos 6 años, sus hijos suspiraban por él, les hablaba por teléfono y los niños se morían de gusto, porque el papá les iba a comprar una moto y un caballo, - Que mi papá, que cuando venga mi papi.- Y yo también pensaba, que padre que ellos van a disfrutar mucho cuando venga su papi, yo ya no lloro por Héctor, ni por lo que ha hecho y hará, pero los niños es algo que no le he podido perdonar, que les haya roto el corazón a sus hijos, porque yo viví la ilusión de sus hijos que son unos inocentes, que son buenos niños, inteligentes que tienen unas personalidades tan definidas, y pienso, cualquier padre estaría vuelto loco con este padrecito, y Héctor no es que no los quiera, sí los quiere y le importan, pero se siente tan poquita cosa, se siente tan impotente, tiene vergüenza, porque ha visto que los amigos, la sociedad, no confían en él, que sus hijos no lo pelan a pesar de que lo necesitan, y en el fondo del corazón de los niños yo sé que les gustaría estar con él, les sigue haciendo falta, sobre todo al niño, y Perla, es más autosuficiente, es más libre, es fuerte, esa niña defiende a su hermano, ella siempre ha sabido qué va a hacer en la vida y Héctor chico es más débil, más dependiente.
Hay que tocar muchos fondos para reaccionar
Regresa a la vida y no agarra la onda, él ha hecho de su vida, una vida dolorosa, una vida difícil, está ahí hundido, deprimido, sintiéndose mal, sintiéndose abandonado, que nadie lo quiere, que todo le el mundo lo señala, que si le dan trabajo, que es muy chafa, yo he aprendido a soltarlo, ya lo solté, estoy en el 95 por ciento, ya lo solté; se juntó con otra mujer mayor que él, quien sabe quién será, vive en una casita muy sencilla muy humilde, y por venganza no se vino a vivir conmigo, yo ya no puedo, físicamente ya no puedo, estoy muy cansada y económicamente no puedo, ya me cansé, han sido  20 años en ésta escuela muy dura, peor que escuela militar, una manera muy dura de aprender, tanto él como yo. El no deja de consumir y lo meten en un problema, en el trabajo lo culpan de una falta que él no cometió, no obstante, él tarda dos años en comprobarla, mi papel como madre, es que mi condición humana me decía, mándalo a la fregada, ya estuvo, pero mi corazón y mi conciencia me decían otra cosa, es cuando más te necesita, su papá no lo iba a apoyar, ni mi familia, ni la del papá, tampoco, la novia, lo abandonó, aparte porque cuesta ir a verlo, entonces a quien le tocaba, era a mí, soy la única que queda, en esos dos años, casi fui todos los domingos, soportando calor, frio, filas, revisiones, tranzas, corrupción, gente corriente, sacrificas tu día de descanso, sacrificas comprarte unos calzones para llevarle al príncipe heredero para que pueda comprar droga; las últimas veces que fui, él me insultaba, me agredía, no me lo agradecía, ni me tomaba en cuenta nada, soberbio.
La esperanza es la última que muere
Estoy día con día, si él quiere estar ahí, lo único que quiero es que sea feliz, si así es feliz, ni modo, si no me ayuda, que no me ayude, ese sueño ya me lo tumbé, no estoy esperando de ti nada, solo espero que hagas algo de aprovecho, ahora creo que lo que está haciendo, es tomar alcohol. Se debe hacer respetar la autoridad desde que nacen, cuántas cosas dejamos de hacer por respeto a los padres, nos hace falta acercarnos a nuestros hijos, abrirles los brazos no la cartera, darles valores, empezando por nosotros mismos, dejando las competencias y los apegos, creando menos necesidades materiales y más espirituales, debemos de retomar a la familia, pero todo lo malo se los enseñamos, somos materialistas, consumistas y no sabemos divertirnos si no es con un juguete caro, antes jugábamos con cajas de cartón, con botes, lo que tiraba la mamá a la basura, ahora todo es electrónico, tecnología, y compramos y compramos, ya no pertenecemos al mundo de antes, sano, bueno hermoso, todo lo dejamos en el pasado

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