Acapulco, Gro., 20 de Octubre de 2015. (CA).- El origen de la violencia se da en razón de los niveles pobreza que se tienen en los países, estados y municipios; los grupos delincuenciales aprovechan el odio y rabia de la gente que no tiene ni para poder comer, para ofrecerles oportunidades para el negocio de la venta de drogas al menudeo consideró el sociólogo colombiano, Leonel de Jesús Narváez Gómez.
Al poner en marcha, el taller de cultura cívica del Perdón, Reconciliación y Resarcimiento del Tejido Social, donde participaron funcionarios del gobierno municipal y organizaciones de la sociedad civil, el sacerdote católico que fungió hace algunos años como mediador con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) un grupo que se auto proclama marxista-leninista para traer a paz en Colombia, dijo que después de 60 años, en Medellín entendieron que las armas nunca sirvieron para nada.
Ante los asistentes Narváez Gómez, sostuvo que la paz en México se puede lograr porque tiene todo un potencial para hacerlo y fue más allá cuando dijo que podría convertirse en un país próspero y desarrollado.
“Quiero invitarlos a la esperanza y a no dejarse a apabullar por miedo y la violencia”, dijo. Luego advirtió que son 50 los que provocan la violencia comparados con la población de más de un millón de personas que viven y trabajan en Acapulco.
Puso como ejemplo lo que ocurrió en Medellín en Colombia, donde se está trabajando con este tipo de talleres y donde se tuvo que negociar con los grupos de narcotraficantes y delincuencia para que mediante una ley, se les permitiera entregar la armas y en respuesta a esa reacción los mismos empresarios a quienes extorsionaban y secuestraban ahora son los que les están brindando espacios de trabajo.
En ese sentido los que asistieron al taller de capacitación cívico formarán parte de una red de rutas orientadas a encontrar el camino para el restablecimiento del tejido social y la creación del nuevo Acapulco.
Finalmente el especialistas en temas de paz, dijo que sí se puede trabajar para cambiar la realidad de la violencia, empezando por nosotros mismo y después con los integrantes de las familias como una importante estructura de una sociedad que ya no quiere seguir sometida al dolor y al miedo.
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