MISCELÁNEA

La mujer mexicana en la ciencia (II/IV, el despertar de la ciencia en México)

Jesús Cayetano Norberto
La historia de la ciencia y la tecnología en México tiene sus inicios en la Real y Pontificia Universidad de México, establecida en 1551, que fue una red de desarrollo intelectual y religioso durante un siglo. En ella se impartían cursos de física y matemáticas, desde una perspectiva aristotélica.

Sin embargo, la Real y Pontificia Universidad de México cerró sus puertas en 1833. No hubo, por muchos años, ninguna actividad científica en México. Esta institución se clausuró definitivamente en 1865.
Entre los científicos más célebres del periodo de la Ilustración mexicana, puede anotarse a José Antonio de Alzate y Andrés Manuel del Rio. Este último descubrió el Vanadio en 1801.
A finales del siglo XIX, el gobierno mexicano comenzó a ofrecer educación pública bajo la influencia de los positivistas y de los pensadores científicos. Materias como la física, química y matemáticas, se incluyeron en los programas de estudios de las escuelas secundarias y preparatorias, generando un renacimiento de las actividades científicas en el país.
Como un ejemplo de desarrollo tecnológico, puede mencionarse que fue en esta época cuando el general Manuel Mondragón inventó el primer fusil automático, el denominado fusil Mondragón.
Con la creación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en 1910, estando en funciones como presidente de la Republica Porfirio Díaz, se pudo ofrecer educación superior al país en ciencias, medicina e ingeniería. Nuevas instituciones de educación superior como el Instituto Politécnico Nacional (IPN) se inauguro en 1936, con el presidente Lázaro Cárdenas del Rio, durante la primera mitad del siglo XX.
La ciencia reconoce, que es hasta el año de 1912, cuando el gobierno del Presidente de la república, Francisco I. Madero, declara la apertura del Primer Congreso Científico Mexicano, acontecimiento que sienta las bases al ser una expresión colectiva que reclamaba identidad para la ciencia en la transformación social y política del país.
El objetivo de este primer congreso científico fue despertar el amor por la ciencia, en la lucha con el mercantilismo, movilizar los centros de investigación y enseñanza, sacudir el marasmo de los menos activos y estimular a todos, para hacer avanzar lo ya logrado, y sobre todo, darlo a conocer.
De igual forma se pretendía conseguir una mejoría en sus condiciones socio profesionales particulares de los científicos, mediante la demanda de los medios más eficaces para la producción de la ciencia y la enseñanza científica.
Luego de dos años, no se mostró ningún cambio perceptible. En cuanto a la escuela de Altos Estudios, y específicamente a la Sección de Ciencias Exactas y Naturales, el fracaso era completo, la institución se orientaba hacia las Humanidades y abandonaba la vocación científica con la que había sido concebida.
Con la caída del gobierno de Madero, en el mes de Febrero de 1913, los pocos y nada significativos cambios que se habían intentado en el ámbito científico no habían logrado abrir perspectivas reales para la práctica de las ciencias.
Las cosas comenzaron a cambiar en 1914, con el triunfo del Ejército Constitucionalista, el cual postulo un programa de reforma social que el gobierno provisional, encabezado por Venustiano Carranza, puso en marcha. Así surgió la política científica y tecnológica revolucionaria que el congreso de 1912 había imaginado.
Mientras, entre 1929 y 1973 se crearon doce nuevos institutos dentro de la llamada “máxima casa de estudios”. Para 2002, los centros e institutos de investigación de la UNAM se agrupan, según lo publicado en la ciencia de la UNAM a través del subsistema de la investigación científica, en dos grandes subsistemas: 1) subsistema de la investigación científica y el subsistema de la investigación en Humanidades, y 2) subsistema de escuelas y facultades.
Los científicos mexicanos reconocidos a nivel internacional, en 1995, el químico Mario J. Molina compartió el premio nobel de química con otros científicos, premio otorgado por su trabajo en química atmosférica, en lo relativo a la formación y descomposición del ozono. Molina, egresado de la UNAM, fue el primer mexicano en recibir el Premio Nobel en una disciplina científica.
Sin embargo, años atrás, en 1985 el ingeniero Mexicano Rodolfo Neri Vela se convirtió en el primer mexicano en viajar al espacio exterior, para orgullo de México, Guerrero y principalmente del mundo de la ciencia.

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