SIN FIN DE HISTORIAS

(Por: Ramiro Arturo Barrera Moreno)
“Un Viejo Coronel Zapatista”
Don Eufrasio López Pacheco murió muy pobre en 1986. Su historia es como la de tantos viejos revolucionarios que anduvieron en la “Bola” arriesgando sus vidas por el ideal de “Tierra y Libertad” y porque comprobaron que el lema de Porfirio Díaz “Orden y Progreso ”¿a quién me recuerda esa frasecita? era aplicado para tener en paz a la gente por medio de la “mano dura” con represión y muerte, y el progreso era exclusivo los terratenientes ricos, señores de horca y cuchillo, los comerciantes extranjeros y los “científicos” como eran conocidos los políticos de la burocracia porfiriana. Aunque al triunfo de la revolución los gobiernos emanados de ella, olvidaron a la mayoría de esos humildes combatientes, les negaron sus derechos militares y terminaron sus días en la miseria.

Pero ni estas situaciones adversas hicieron que el “Coronel Tacho “fuera un amargado. Su actitud trabajadora, su honor a la palabra empeñada y su amor por la vida fueron algunas de sus muchas virtudes. Cuando joven un día de junio de 1911, Tacho se encontraba sembrando maíz en sus escasas tierras de labor, le avisaron que al pueblo había llegado “la Leva” del gobierno de Díaz, que no era otra cosa que obligar a los hombres que pudieran sostener y disparar un rifle a enlistarse como “pelón” en el ejército de la dictadura; por ello Tacho y otros más decidieron escapar y buscar enrolarse en las fuerzas Zapatistas, que en la región centro del estado de Guerrero encabezaban los Generales Jesús H. Salgado y Julián Blanco. Así lo hicieron y de pronto se convirtieron en soldados de la revolución, que aunque no entendían de ideologías si habían sufrido las injusticias del gobierno represor de Porfirio Díaz Mori.
Uno de los recuerdos más vivos que el Coronel Tacho tenía registrados en su memoria, fue cuando las fuerzas de Francisco Villa y de Emiliano Zapata entraron a la ciudad de México, después de haber participado en la “Soberana Convención de Aguascalientes” en 1914. Con emoción relata “En febrero de 1913 Panchito Madero es asesinado y llega al poder Victoriano Huerta, pero con Zapata seguimos peliando, hasta tumbar al briago de Huerta y a fines del 14 estuvimos en Aguascalientes y el 6 de diciembre de ese año entramos victoriosos a la gran ciudad de México. Los catrines de la ciudá creiban que íbamos a saquear las casas y a violar a sus mujeres, pero el jefe Zapata dio la orden precisa de portarnos bien con todos los civiles. Cuando entramos a palacio nacional, los jefes Villa y Zapata se retrataron en el despacho presidencial, arrimaron 2 sillas, una de ellas era la mera silla presidencial. Emiliano no quiso usarla pero Villa no se hizo del rogar y se retrató muy sonriente en ella. Todos los que vivimos ese momento pensamos que el pueblo gobernaría y habría justicia en nuestra patria y nos dijimos. ¡ora si muchachos a puro desfrijolar nos vamos en esa milpa! Pero ¡niguas! Porque cuando la suerte se empeña en joder al desgraciado,¡ por más que se limpie el rabo siempre lo tiene cagado. Que poco nos duró el gusto, después el barbón de Carranza nos comió el mandado y junto con Obregón y Calles se hicieron del poder para seguir protegiendo a los ricos”.
Quienes tuvimos la fortuna de platicar alguna vez con el Coronel Tacho, pudimos percatarnos que poseía una inobjetable inteligencia natural y contaba con un acervo inagotable de refranes y dicharachos populares, con los cuales aderezaba sus interesantes platicas, como aquella anécdota de cuando los soldados Zapatistas se mantuvieron varios días en la ciudad de México y los oficiales aprovecharon para conocer la  “Ciudad de los Palacios”, como es conocida la capital de México y uno de los mayores atractivos era visitar el “Teatro Principal” donde triunfaba la artista de moda en esa época, la sensual “Gatita Blanca” María Conesa, que era asediada por oficiales revolucionarios y del ejército federal, a quienes deleitaba interpretando coplas pícaras como el Tango del Morrongo el cual dice:
                               Arza y dale,
                               yo tengo un morrongo
                               que cuando en la falda
                               así me lo pongo,
                               ¡arza y toma!
                               yo tengo un minino
                               de cola muy larga,
                               de pelo muy fino;
                               si le paso la mano al indino
                               se estira y se encoge
                               de gusto el minino;
                               y le gusta pasar aquí el rato;
                               ¡ay! arza que toma,
                               qué pícaro gato.
Como oficial Zapatista el Coronel Tacho se hizo amigo de Gildardo Magaña, hombre ilustrado quien dio sustento ideológico al Zapatismo y junto con Otilio Montaño fueron los autores del famoso “Plan de Ayala”, De Montaño dice Tacho “era muy buena persona, pero con sus enemigos era muy vengativo, tanto que le compusieron un verso que dice:
 Vengativo hasta la muerte
He de ser y lo sostengo
no no le temo ni al más fuerte
y aunque no soy alevoso
si me la hacen, yo me vengo
y cuando me vengo ¡gozo!
A pesar de su pasado militar Tacho terminó sus días vendiendo leña en las calles de Chilpancingo, ya que como él decía; “Los que se beneficiaron con la revolución fueron los políticos, los ladrones, los extranjeros y los caciques y a los que verdaderamente peleamos por el bien del pueblo nunca nos hizo justicia la dichosa revolución”.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario