DE ADICTO A ADICTO

 Víctima del Fentanilo, la droga diabólica

Ernesto Salayandía García

Tomado del libro Camaleón

La historia de mi vida, soy hermano de dos mujeres mayores que yo y tres medios hermanos, tengo 57 años, tengo dos divorcios, 4 hijos, tres hijos del primero y una del segundo. Tuve una niñez feliz, tenía todo; teníamos un jardinero y con él convivía todo el día, porque mi padre siempre estaba trabajando y mi madre enferma, síndrome hamman y rich, un poco distante, crezco en un ambiente deportivo, me gustaba el futbol, natación, básquetbol, y sigo así hasta la adolescencia, en la escuela siempre fui un buen estudiante, en primaria, en quinto año, mi madre fallece y de ahí se complica mi vida, me enojo con Dios porque me había quitado lo más preciado en mi vida, me resiento con mi padre, debido a que se vuelve a casar, diez meses después de haber sepultado a mi madre, me toca una madrastra, que es muy mala conmigo, me impide una buena relación con mi padre, conozco a unos amigos que eran mis vecinos y llegaba de la escuela y me quedaba a dormir con ellos, ahí comía, me fugaba y trataba de estar el menos tiempo posible para no estar con Doña Alicia, quien prácticamente me amarga la existencia.


Un túnel negro y prolongado


Esto empaña emocionalmente mi niñez y adolescencia, no soy feliz, pero seguía siendo buen estudiante y deportista, pero triste, y entrando en estados depresivos,  mi carrera alcohólica comienza una semana después de que murió mi madre, y llegó un tipo de Poza Rica Veracruz y fuimos a dar la vuelta por México, llegamos a Poza Rica, la primera borrachera, fue con tequila margarita, la compramos en Guadalajara y nos fuimos costeando allá por Michoacán, en dos horas me la tomé y me fue de la fregada, me sentía muy mal, mi tío me tuvo que inyectar y después pasamos por Veracruz, Alvarado y yo llegamos hasta Poza Rica. En la secundaria fui muy amiguero, igual, buen estudiante y deportista, comencé a salir a las fiestas, a darle vuelo a la hilacha como cualquier joven, comienzo a despertar la alergia al alcohol, debido a que era mi fuga, me anestesiaba mi dolor y mis emociones, y comienzan a prolongarse los periodos de ingesta, paso a la prepa  y la actividad alcohólica comienza a aumentar, no hay consecuencias, solo una vez que comenzamos a fumar marihuana y nos agarró la policía y encontraron uno o dos churros de mota, pero sin mayor problema, no hubo accidentes, ni nada de eso. En esa etapa, mi relación era muy  distante con mi papá y cada vez que empezábamos a platicar, la señora Alicia no nos dejaba hablar, todo esto sucedió por 5 años que viví con ellos, ella, era dura, sin duda, con sus propios problemas existenciales.


Me vengo a casa de mi abuela paterna a Chihuahua y termino mi preparatoria, después ingreso a la UACH a la facultad de  medicina, aumenta más el alcohol y el consumo de marihuana, por supuesto más fiestas, no hay consecuencias, sigo siendo buen estudiante con muy buenas calificaciones, tengo una relación con una de mis primeras novias, la conozco en Bachilleres y después de que se dio cuenta de que fumaba marihuana me dio aire, después regresamos como a los dos años, con la promesa de no hacerlo, seguí en la actividad, le pegué muy fuerte a la marihuana y llegó a mi vida, la cocaína, no con mucha frecuencia, poco a poco se fueron acortando los periodos de consumo, primero los fines de semana, luego a diario; me casé en el 83, ella estaba consciente de mi problema por mi manera de beber y de fumar marihuana, este matrimonio es bajo una relación   neurótica, los dos somos muy impulsivos, duramos juntos 18 años, viviendo un verdadero infierno, golpes, insultos y toda la característica de un hogar disfuncional con tres hijos que vivieron y crecieron con mi alcoholismo y mi drogadicción.


Un adicto metodista


Me voy a México a hacer la especialidad de Anestesiología, dejo a la familia en Chihuahua y me ausento un año de ellos, me regreso después del temblor del 85, allá, disminuye mi consumo debido a que no conocía a nadie, pero sí me alcoholizaba los fines de semana, todo tranquilo, no al grado de la locura, ni nada comparado con lo que hacía en Chihuahua. Terminé la especialidad, me fui a Cuauhtémoc, me voy tres meses y después se va la familia a vivir conmigo, comienzo a trabajar muy duro, siempre fui muy trabajador, me comienza a ir muy bien. Trabajo en todas partes, Pensiones, IMSS, ISSSTE, Ichisal y en lo particular donde me comienza a ir muy bien, mucho trabajo, demasiado trabajo diría yo, comienzo a usar analgésicos endovenosos, opioides, narcóticos y de ahí soy, estaba prendido del Fentanyl, combinado con cocaína, marihuana y alcohol y ahí balanceando el trabajo con mi adicción con la que estaba muy clavado. Recuerdo que comencé con Fentanyl, me enamoré de él, conociendo como médico todos los riesgos del medicamento, me causa una sensación de tranquilidad, me daba mucha paz, sé que con este medicamento te da paro respiratorio, es de alto riesgo, muy potente, uso morfina semi sintética, Nubain y fui incrementando el uso de esas sustancias todos los dias, así daba el servicio, gracias Dios nunca tuve problemas en mi trabajo, la adicción crece, me hago adicto al piquete, uso Tiopentalsódico, diazepam, ketamina que es anestesia y se usa mucho en niños para reducciones cerradas o procedimientos analgésicos cortos, también, Buprenorfina, igual, el midazolam. Lo que me gustaba sentir era el efecto a la baja, primero me alcoholizaba, mis amigos, ginecólogos, cirujanos, se dieron cuenta y más en los hospitales dónde yo trabaja porque saqueaba las farmacias de los hospitales e iba en las noches, se comienzan a dar cuenta y al principio, me toleran, pero después todo se viene abajo, estoy atrapado en la adicción.


Compulsión desmedida


Y por si fuera poco, conozco el Crack que es la piedra de la cocaína, fumada y me encantó, y abrí más el abanico, soy un adicto metodista, mientras tanto  todo va de mal en peor, con mi relación de pareja, comienzan los golpes, mis hijos viendo toda la función en primera fila, duré 12 años bien laboralmente, me toleraron mucho, pero después, mi físico, mi imagen marcaba que estaba hundido en mi enfermedad, un drogadicto. Me relaciono con narcos y luchadores, mi vida se torna ingobernable, desastrosa y causando muchos daños a mí mujer, a mis hijos, y pido ayuda porque quería salir de eso, un poco de sano juicio y me voy a Oceánica en 1996, el proceso dura 35 días, regreso a Cuauhtémoc, duro limpio dos meses y me doy la chancita de tomarme dos cervezas y de ahí se despertó la alergia, y ahí voy, tras la marihuana, la cocaína, vuelvo a inyectarme y toda la gama de drogas,  con más intensidad y ansiedad. Gracias a mi compulsión a las drogas, me divorcio, primero me corre de la casa, se va mi familia al rancho de mis suegros, pero para ese entonces, yo conozco a una mujer, 16 años menor que yo, quien me da la vibra que me faltaba, como buen adicto, me subo en la tablita de la última barca, me enamoro y finalizo el divorcio en un año y andamos de novios casi dos años, y al año se va a vivir conmigo, el dinero no era problema; nos peleamos, duró la relación como 4 meses, ella se va con sus papás y se va embarazada de mi hija, nace la niña, las busco, y vuelven conmigo.


Las consecuencias no se hacen esperar


Mi adicción más fuerte fue del 2000 al 2010, ella vive dos años este infierno, se vuelve a ir otra vez debido a mi adicción y a los problemas que tenía ella con su hijo, igual, al principio ella tranquila, pero después se tornó neurótica, no la golpeaba pero le gritaba, hasta que una vez, el mal desempeño de su hijo en la escuela y su ingobernabilidad me colmó la paciencia y ahí peleamos hasta que la golpeé, ella me demandó por violencia doméstica y después regresó otra vez conmigo, pasó como un año, yo estaba ya muy metido en la adicción, los corrí de la casa, se fueron el hijo de ella, mi hijo y ella, al día siguiente, llega la juez de lo familiar con dos patrullas y me desalojan de la casa, toma posesión la señora, para ese entonces, en el aspecto laboral ya estaba en el sótano, me corrieron del Ichisal, del hospital de ginecobstetricia, después de la secretaría de salud y después de ISSSTE, todo se viene abajo, me vengo a Chihuahua, a casa de mi padre, mientras me restablezco del despido y prendido de todo, piedra, alcohol, marihuana, etc. Del 2007 a Febrero del 2010 estaba diariamente drogándome. Mi padre fue indiferente, mi hermana la de Mazatlán siempre muy preocupada, fue mi madre postiza y con la que vivía en Acapulco, no tenía contacto. Me reinstalan en mi trabajo y me regreso a Cuauhtémoc como si nada hubiera pasado, me da hospedaje un señor conocido, dejé la piedra, la marihuana, pero seguía el alcohol y la buprenorfina, era a diario, ya no lo ocultaba, trabajaba en la mañana en salubridad, sábado y domingo en el ISSSTE, era una necesidad, me levantaba a las 7 de la mañana me tomaba tres buenos tragos de un cuarto o 300 mililitros de tequila con dos inyecciones, 0.3 MG  y me iba a trabajar, arreglaba ahí más o menos, tenía un compañero anestesiólogo, no era adicto y lo manipulaba diciéndole mentiras, voy por el lonche, voy y regreso, me iba a la camioneta a ingerir alcohol y después me iba a la casa a seguirle y que me hablan para una anestesia, pero ya se notaba que andaba súper mal en mi imagen, no comía nada, no me entraba la comida por la náusea, el repudio y  llegaba a la casa y toda la tarde a inyectarme, iba a la farmacia a comprar medicamento y jeringas, ya para en la noche me acostaba, pero me despertaba la malilla y solo me despertaba a tomar tequila y a inyectarme, me despertaba sudando, temblando, con depresión, ansiedad, etc., una vida horrible, así lo viví por un espacio de ocho meses.


No podía dejar de consumir


Resulta que el señor que me daba hospedaje se va a Estados Unidos y yo solo en la casa le doy más vuelo, me controlaba un poquito hasta que un 13 o 14 de Febrero, acude una amiga enfermera vecina, vivía ahí a dos casas y me ve en condiciones críticas y me lleva al hospital donde laboraba, ahí me interna y paso una tarde y noche lo más horrible de mi existencia, vi la forma de buscar mi droga e inyectarme en la madrugada, el efecto me duró muy poco y me entra una ansiedad y una falta de aire, me estaba muriendo, me estaba entrando una convulsión. Una sensación de falta de aire profunda horrible, sintiéndome morir, me hinco, le pido a Dios que me perdone, estaba en un estado de agonía, que me perdonara por el mal que había hecho, luego pierdo el conocimiento, convulsiono, eso fue lo que me dijeron, era una congestión alcohólica, despierto y veo al director del hospital y a mi esposa. Como a unas 6 u 8 gentes enfrente de mí  cama, el director habla conmigo y comienzo a aclarar la mente y como paciente, sé que tengo el derecho de firmar el alta voluntaria, todavía pensé, ahorita firmo y me les voy, pero por órdenes de la autoridad, se queda un guardia custodiándome, platico de nuevo con el director, que aparentemente me convence de que vaya a desintoxicarme al SESAME, Centro de Salud  Mental, e ingreso a el área de agudos dónde están los puros loquitos, ahí estuve 15 días, me dan tratamiento para mi sicosis maniaca alcohólica y posteriormente, la última semana me pasan a privados, comienzo a quitarme la sicosis, baja mis niveles y en aparentes condiciones de terminar mi tratamiento, llega mi hija, me recoge y me dice, vamos papá, nos vamos con el padre Ángelo a un centro de rehabilitación, nada más que es un año.- Pues qué estás loca, yo ya estoy alivianado.- Tengo muchos pendientes que arreglar en Cuauhtémoc.- Se comunica con su madre y  llega al hospital siquiátrico, habla conmigo y me convence de internarme, entro al centro de rehabilitación en un estado deplorable, un estado depresivo, anémico, deshidratado, compungido, con mucha culpa, muchos resentimientos, muchas cargas y me doy cuenta que es mi  última oportunidad que Dios me ha dado para rehacer mi vida.


Todo principio tiene su fin


El proceso dura un año, me meto de lleno a hacer los 12 pasos de Alcohólicos Anónimos, realizo un 4 y 5 paso, muy exhausto donde libero totalmente mis cargas, primeramente a esclarecer mi mente, a tener pensamientos e ideas un poco más cuerdas o adecuadas, conforme pasa el  tiempo comienzo a entrar en un estado de tranquilidad, de paz, de armonía, de agradecimiento a mi ser superior con el firme propósito de seguir adelante, y así termino el tratamiento. Luego entro a Alcohólicos Anónimos, tengo limpio 4 años tres meses, voy diario a mi grupo, hago servicios, voy a misa. Me pegan las 5 heridas del alma, humillación, abandono, traición, injusticia y rechazo, me pega la indiferencia de mi padre, la traición por su comportamiento al casarse antes de un año de haber fallecido mí madre, por supuesto la huella del abandono, no me justifico, fue lo que me tocó vivir, pero no pude superarlo. Hay una gran diferencia entre mi ayer y mi hoy, mi vida no es como yo quisiera que fuera, me hace falta encontrarme a mí mismo. No son recetas, el infierno fue horrible y toqué severos fondos. Luis, sigue limpio y milita en un grupo de AA en Chihuahua

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