Por Rogelio Gómez Mejía.
No sabemos en que vaya a parar la fiesta democrática en la que participaron espontáneamente 57 ciudadanos con aspiraciones ambiciosas, ventajosas, mondaces o sinceras y democráticas, pero legitimas todas al amparo del artículo 35 Constitucional, y por si fuera poco, el 39, 40 y 41., desairados finalmente por el hotentote organismo del IFE concebido en los entresijos de los partidos políticos en el poder, inventores del “registro legal”, y admitieron sólo 4 de éstos, únicos con validez para representar la voluntad de los mexicanos, en audaz maniobra monopolizadora de ese derecho ciudadano, igual que antes conculcaron el ejercicio democrático de los trabajadores en los sindicatos, entregándoles el poder de designar a sus dirigentes, creando también otra mafia que despojó a los jornaleros hasta la fecha de sus derechos y sometiéndoles a grupos de control, capos de gremios con poder incluso para capitalizar importantes cargos políticos.
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