PECATA MINUTA

Por Rogelio Gómez Mejía

“Por Darle al Violín, le Dan al Violón..

No tiene explicación alguna, difícilmente puede justificarse matar a una persona, el asesinato de ninguna manera, menos si es vil, alevoso o en contra de niños. Los malditos que los cometen no tiene perdón de Dios, ni su propia madre los podría justificar. No hay nada en la vida que valga su existencia. Son despreciables y desechables, irredentos.
Quizá por esto mismo actúan como lo hacen, pero aún así no merecen la pena de muerte, ni el asesinato en una persecución, morir así es una consideración inmerecida. Ejecutarlos como animales es igualarse a su miserable forma de ser. Por eso conviene recordar a quienes procuran justicia aplicar nuevas estrategias y tecnologías, reforzarse con personal especializado y más que suficiente para identificar plenamente y ubicar con precisión a los criminales perseguidos.
Se necesitan recursos abundantes para investigadores experimentados, ignotos, para determinar milimétricamente posición y hora donde encontrar al maleante identificado perfectamente. Cierto, se necesitan muchos de estos hombres para poner a un criminal en manos de la justicia y a la vista de la sociedad como primer paso, o sólo un balazo, porque hacer un frente de guerra en las calles, a plena luz del día y en medio de transeúntes, es criminal. No lo merece la sociedad.
Nadie, que pueda comprender, ni que haya perdido la capacidad de asombro, puede permanecer indiferente cuando se entera por una nota indescriptible, como dos familias completas de entre 21 y 11 años son arrasadas en una balacera por un piquete de asesinos, que incluso destrozaron el vehículo en que viajaban con una granada al ser interceptados por “un falso retén” rumbo a Pueblo Nuevo, Durango. Las familias Ortega Rueda y Sarabia Mesinas regresaban de un evento del Programa “Oportunidades” cuando fueron atacadas impunemente por el escuadrón de sicarios inidentificables que desaparecieron y porque no hubo sobrevivientes. El Procurador del estado, Daniel García Leal indicó que se harán las investigaciones del caso.
Asimismo quedan como estadísticas sangrientas las muertes de Laura Monserrat Delgado y sus hijitos, Carlitos y Mireya de 10 y 6 años, acribilladas el pasado 14 de abril a las 15.30 horas en pleno avenida Costera Miguel Alemán, donde se desató una balacera a diestra y siniestra entre asesinos tripulantes de dos camionetas y elementos de seguridad pública, donde fallecieron también el agente federal, Mario García del Ángel, un abogado, su chofer, un taxista y un presunto sicario, más cinco paseantes del Distrito Federal que resultaron heridos en la refriega atribuida especulativamente a un secuestro frustrado, al enfrentamiento de narcotraficantes de “La Barbie” contra “Z”, o contra policías que los alcanzaron y a uno de los cuales mataron, pero que finalmente no pudo ni explicar el secretario de Seguridad Pública, Heriberto Salinas Altés y, como tantos otros bestiales crímenes quedarán impunes.
Las páginas de los medios impresos y la televisión dan cuenta de incontables casos criminales semejantes, donde las víctimas inocentes abundan, como el caso de los estudiantes del Tec de Monterrey, los niños Bryan y Martín Almanza de 5 y nueve años, muertos cuando la camioneta que manejaba su padre Martín con 13 familiares fue acribillada por militares de un “retén” cerca de Nuevo Guerrero.
Otro día, Eduardo y Miguel de 4 y 9 años fueron heridos cuando sujetos no identificados balearon la camioneta que conducía su padre rumbo a Ciudad Juárez, Durango, cuando iban a un paseo. Igualmente resultaron heridos Fernando Álvarez y Lizeth Martínez de 12 años ambos, cuando les tocó la desgracia de circular por La Piedad, Michoacán, en la camioneta de su padre, en el momento que un camión de soldados protagonizaba una balacera en la persecución de cuatro presuntos delincuentes de una camioneta “Escalade” que murieron en el enfrentamiento al igual que un militar, pero ni los medios locales tienen mayor información de los hechos.
Así es como se han  perdido decenas de vidas inocentes que el presidente Calderón califica “realmente como las menores” y satisfecho apunta que el 90 por ciento de las muertes atribuidas a la “guerra” contra el narcotráfico, corresponden a enfrentamientos entre bandas rivales de delincuentes. Es decir, impunes por lo tanto supongo, cuando de acuerdo a la ley, debe haber un seguimiento legal para impedir que los responsables paguen por sus crímenes ¿O es que el 90 por ciento de los 22 mil 743 muertos son victimarios a la vez?
Escribanos a: zarrojo@yahoo.com.mx

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