General Enrique Angón Lacunza

  • En el CCIV aniversario de su natalicio.
  • El mayor ejemplo de honor militar.
  • Participó en la Batalla del 5 de mayo de 1862.

El general Enrique Angón Lacunza, nació en Tecpan el 15 de julio de 1806. Fue hijo de don Rafael Angón, un ciudadano de la tierra de los Galeana dedicado a la agricultura, y de Carolina Lacunza (o “Nicéfora Baldovinos”), tecpaneca dedicada a su hogar. Pasó sus primeros años con sus padres en una finca que éstos tenían en el poblado de Tenexpa, del municipio de Tecpan.
A la edad de 21 años (febrero 20 de 1827), sentó plaza como soldado miliciano en el Batallón de Zacatula, creado por Morelos, y para noviembre de ese mismo año, fue ascendido a Sargento Segundo. En enero de 1830, ascendió a Sargento Primero Miliciano; y para enero de 1832 llegó al grado de Sargento Primero Veterano. El 1° de julio de ese mismo año, pasó a la Compañía Permanente de Acapulco de la Comisaría de Guerrero. Para marzo 22 de 1833 alcanzó el grado de Subteniente de Infantería; en julio 11 de 1844, Capitán de infantería; comandante de batallón el 16 de octubre de 1846 y comandante efectivo del Batallón de Acapulco en julio 14 de 1853.

Ese mismo año, el joven Angón contrae matrimonio, en Acapulco, con Joaquina Rea, hija del general de origen español Joaquín Rea. Sus hijos: María, Enrique y Joaquina Angón Rea. En 1854, año de sinsabores, estando como prefecto en Tlapa y ya con el grado de Teniente Coronel, recibió varias cartas de Juan Álvarez sobre la insurrección que debía organizar, en contra del gobierno de Santa Anna.

El teniente Coronel Enrique Angón Lacunza fue comisionado (por Álvarez) para preparar la insurrección en contra del nefasto gobierno de Santa Anna, en las tierras del sur, pero fue delatado y aprehendido por el Teniente Coronel José Manuel Sánchez de la Vega (alias El Cabezón), comandante de la ciudad de Tlapa. Fue conducido a Puebla y sentenciado a ser pasado por las armas.

El historiador español Niceto de Zamacois, cita: “Cuando con más rigor se estaba llevando a efecto el decreto de pasar por las armas a todos los que trabajen en promover pronunciamientos, fue aprehendido en una población del sur de Puebla (Tlapa), el Teniente Coronel Enrique Angón, acusado de conspirador y enviado a Puebla, se le sujetó a juicio; y habiendo resultado probada la acusación, se le condenó a ser pasado por las armas”. Fue denunciado por “El Cabezón”, que ya mencioné, de que simpatizaba con el Plan de Ayutla. En las fichas históricas de Vladimir W. Paucic, éste cita: “Fue delatado por el mismo Juan Álvarez”. Y Don Enrique Angón se defiende y acusa a Álvarez. Existe relato, que ya publicamos, escrito por el propio Angón en su favor.

Al General Enrique Angón se le condonó la pena a morir fusilado, por su alto culto al honor y al heroísmo; fue desterrado a Yucatán, pero siguió su carrera militar y continuó trabajando por la defensa de la Patria. De 1857 a 1863 prestó sus servicios en la Comandancia General de Puebla, en las fuerzas del general Ignacio de la Llave (en Orizaba) y como segundo jefe de Camaño. En noviembre de 1857 ascendió a General de Brigada, mismo ascenso que fue ratificado en 1861 y en 1863. En 1862 tomó parte en la batalla de Puebla y combatió en toda la intervención francesa a las órdenes del General Anaya. En 1864 fue segundo jefe del Campamento del Ejido y luego jefe de militar de Las Cruces, en Acapulco. En 1867 fue administrador de la Aduana de Acapulco y en 1870 pasó a las fuerzas del general Diego Álvarez.

De acuerdo con su hoja de servicios, diremos que en 1854 lo procesa el Consejo de Guerra en Puebla y lo condena a ser fusilado. Por su parentesco político con su suegro el general Rea, intervienen en su favor diversas personalidades de la política, del clero y del ejército: como el obispado Pelagio Labastida, el general Francisco Pérez, comandante del Departamento; el mismo Santa Anna había sido amigo íntimo de su suegro, el general Joaquín Rea. “Amigos influyentes pidieron el indulto, que fue negado por Santa Anna. Solicitó entonces a su custodio, el general Ignacio Udaeta, permiso para salir bajo palabra de honor a visitar a sus familiares enfermos, a lo que el general accedió. A las tres de la mañana regresó (su hija murió el mismo día). Admirado de esta actitud, el comandante general Francisco Pérez ordenó aplazar su fusilamiento fijado para aquel día, y se dirigió a Santa Anna, quien ordenó la reposición del proceso por lo que conmutada la pena, al destierro a Yucatán”.

NOTA: Se reproduce este interesante relato histórico escrito por el maestro de la pluma periodística e investigador tecpaneco Ramón Sierra López, a petición del bisnieto del General Enrique Angón Lacunza, nuestro colaborador-columnista: Guillermo Angón Martínez.

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