Crece la violencia entre estudiantes mujeres en Atoyac

Por Jorge Luis Falcón Arévalo

Atoyac de Álvarez.- Su faz se desfiguró, esas facciones de rostro casi infantil, de pronto se llenaron de hemoglobina, el sudor se perlaba en su frente y la fuerza oculta entre sus brazos, lanzó con odio y rencor la piedra contra su contrincante, de su misma y corta edad. Las dos alumnas de secundaria. El sitio de la gresca, a un costado del zócalo de la ciudad.
Los peatones buscaron refugio, los demás estudiantes buscaron sus bandos y se acomodaron para la primera tanda de lanzarse piedras; posteriormente los recordatorios familiares y como punto final, un intercambio de golpes. Las dos hembras sacaron la casta y también, sangre de sus bocas y narices.
La policía no existe, solo una agente vial inmóvil, no podía hacer algo al respecto. El volumen de rijosos, la superaba. Piedras como lanzadas por un volcán en erupción, cubrieron el cielo. Los demás a cubrirse la chomosta.
El acoso escolar (también conocido como hostigamiento escolar, matonaje escolar o por su término inglés bullying) es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en el aula y patio de los centros escolares. Los protagonistas de los casos de acoso escolar suelen ser niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia (12-13 años), siendo ligeramente mayor el porcentaje de niñas en el perfil de víctimas.
Cada día crece la violencia entre los educandos, cada día es más el alejamiento de los maestros y autoridades; pero cada día aumenta la irresponsabilidad de los padres por saber qué hacen sus hijos. Cada día crece el hostigamiento entre los escolapios.
Niñas secundarianas y jóvenes preparatorianas, usan más el vocabulario que en algunas ocasiones fue masculino -dijera alguien de verdulera o carretonera, con el respeto debido, han sido superadas- es parte del “arma!” del “ariete” para herir susceptibilidades, para lastimar el yo de su contrincante. Una vez más la violencia se encarama sobra las frágiles figuras de estas mujercitas.
Atoyac, observa en sus calles, como los improperios son acciones de todos los días en voz de estudiantes de ambos sexos, que solo buscan cualquier pretexto, para liarse a golpes y dirimir minucias, ante una autoridad que solo observa; y, una familia disgregada o dispersa.

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