Memorándum

*** El acierto de Jorge Salgado.

Gerardo Ruano Cástulo
Era uno de los mejores alpinistas. Su habilidad lo había llevado a lograr buenas proezas. Ésta vez, la misión lucía más complicada. Por esa misma razón, el grupo llevaba equipo especial para condiciones súper extremas. La nieve caía  con intensidad. Era muy poca la visibilidad. Los integrantes de la expedición iban muy cerca, uno de otro. De pronto, vino una rancha de viento más fuerte, desprendiendo nieve de las laderas, por lo que el alud separó al grupo.
En la caída se perdió gran parte del equipo. Los alpinistas quedaron aislados. La situación era crítica. Sus vidas estaban en riesgo.
Lo importante, es que la mayoría conservó la calma. De ahí, que con el transcurso del tiempo, gradualmente, utilizando lo poco de equipo que les quedaba, se fueron localizando y buscaron un lugar de refugio.
Solamente uno, sí, uno de los alpinistas hacía falta. Se trataba del más diestro. Del más hábil. Del que había logrado muchas proezas. Éste, después de levantarse tras el golpe que lo había dejado aturdido, comenzó a caminar en la oscuridad. Iba lentamente y con toda la precaución.
La noche era densamente oscura. Se agigantaba con la copiosa lluvia de nieve que caía. No se veía prácticamente nada. Por eso, sus pies pisaron en falso. La caída fue inevitable. En el viaje, el hábil alpinista alcanzó a estirar los brazos y se sujetó de algo. Se trataba de una soga. Seguramente, de las muchas que ellos ya habían colocado. Lo que seguía, luego de tomarla con fuerza, era bajar poco a poco. Así lo comenzó a hacer. 
Al poco tiempo, sus pies ya no sintieron la soga. Ésta se había terminado. Entonces, sí se aterró. Ya que si se soltaba, pensó que moriría irremediablemente. Su decisión fue seguir sujeto. No obstante, en su interior una voz le decía: “suéltate”. Y más se abrazaba de la soga. Otra vez escucha, “suéltate”. Más fuerte se abrazaba. La lucha fue toda la noche. 
Al día siguiente, el grupo lo encontró muerto, congelado agarrándose a la soga. Por la oscuridad, no pudo ver que estaba a un metro de distancia del suelo. Tenía razón su voz interior. Habría sobrevivido con fe y haciendo caso a esa voz que habla al ser humano.
Los hechos, en el terreno político, conceden la razón a quienes aseguran que el candidato del PRD a la presidencia municipal, debió haber sido el diputado federal Jorge Salgado Parra. Los números de los sondeos indicaban que era quien podía lograr la alternancia en el poder.
Al declinar por su postulación e ir en apoyo del candidato del PRI, es evidente, que Jorge Salgado Parra habría obedecido una voz en su interior, que le dictaba la importancia de tejer alianzas con los candidatos del PRI, y con el mismo instituto político.
De esa manera, su participación fue más que importante. De entrada, porque superar 15 a 18 puntos que le llevaban al candidato del PRI, requería de la mejor de las alianzas y de grupos que tuvieran alta presencia en territorio. Jorge Salgado Parra era quien más tenía de eso.
La derrota del PRD en Chilpancingo, indica que Jorge Salgado es un activo político de mucho peso en la capital. Haber soltado la soga, sin duda, fue de mucho aporte para el PRI.
Ante las circunstancias y la cerrazón del PRD,  bien pudo haber tomado otras decisiones. Sin embargo, apostó por soltar la soga e ir con el PRI. Y no se fue sólo. Lo hizo con un gran equipo. Un gran acierto del diputado federal. Esa es la cuestión.

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