¿Y si no fuera el Apóstol Santiago quien descansa allí?

¡Santiago! Gritaban los guerreros españoles en la Edad Media cuando se lanzaban al campo de batalla contra los moros durante la Reconquista. Fue y sigue siendo increíble, el uso que se le dio al nombre del hermano de Jesús de Nazaret, del que se dice era una persona pacífica y vegetariana.

Pero ¿que hay de verdad en torno al sepulcro y a los supuestos restos del apóstol en la ciudad de Santiago de Compostela? Según el crítico literario Sánchez Dragó, toda la historia de Santiago podría ser bastante diferente a como se cree y en realidad en dicho sepulcro no descansarían los restos de Jacobo, el apóstol Santiago, sino de Prisciliano de Ávila que fue el primer ajusticiado como hereje a finales del siglo IV por la Iglesia Católica ¿qué significaría entonces esto para los incontables católicos que llevan miles de años peregrinando a la tumba de un hereje?
Prisciliano, al que Dragó llama el mas grande de la historia de España, era igualmente vegetariano y enseñaba que a Dios se le puede experimentar en la naturaleza y que el alma vuelve a encarnarse en otro cuerpo, es decir que creía también en la reencarnación. Con ello se encontraba justamente en la misma corriente que el cristianismo originario, la que posteriormente fue reprimida por las Iglesias del poder y transformada en todo lo contrario.
Por otra parte ¿de dónde viene la costumbre de peregrinar a lugares especiales como panteones o tumbas de personalidades idolatradas? Todo ello ya existía en la antigüedad en numerosas culturas paganas o en las calificadas religiones místericas, donde se practicaba la peregrinación con el bordón, la tabla votiva, estaciones con estatuas de santos, el agua santa e incluso con sanaciones milagrosas, a pesar de que Jesús de Nazaret no nos encomendó nada al respecto. Quien lea a Karlheiz Deschner en su publicación “La historia criminal de la Iglesia” descubrirá incluso que se trata de los mismos lugares de ritos paganos, que fueron posteriormente utilizados casi de igual modo bajo el catolicismo e incorporados a dicha fe.
No obstante si que es cierto que en la Edad Media los peregrinos buscaban el supuesto lugar de reposo del Apóstol Santiago, como la añoranza por algo verdadero, la intuición de que existe un cristianismo puro, lo más distante posible de Roma y también del Bizantinismo, que ya era conocido en aquel entonces, es decir lo más lejos posible del dominio de la casta sacerdotal y de su teatro de dogmas, ritos y liturgias.
Pero existen muchos caminos hermosísimos en la naturaleza y muchos más tranquilos que el camino de Santiago, para dejar paso en nosotros al lenguaje del alma expresado en añoranzas. Cada uno puede seguir tantos caminos externos como quiera, pero al fin y al cabo la verdad se encuentra dentro de nosotros mismos. Esa fue la verdadera enseñanza del Nazareno: “El Reino de Dios esta dentro de vosotros” y “Cada uno es el Templo del Espíritu Santo”. Lo que significa que el verdadero peregrino a Dios no va a Santiago, ni adora ninguna figura de poder eclesiástico externa, ni va a cualquier otro lugar de culto, ni rinde honores a imágenes, sino que va por el camino al interior que le conduce a Dios.

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Teresa Antequera Cerverón
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