APUNTES DE UN VIEJO LEPERO

Por Jeremías Marquines


Madriza magisterial


Sólo una mente estúpida y retrasada puede creer que la violencia del Estado es legítima. Jamás habrá violencia legítima provenga de donde provenga. La violencia es un acto repudiable de la condición humana. El desalojo que ordenó el secretario de Gobierno de Guerrero, Humberto Salgado, con la autorización del gobernador Ángel Aguirre Rivero, contra maestros y maestras que tenían cerrada la avenida Costera de Acapulco la semana pasada, expresa la proclividad de un gobierno a buscar salidas “fáciles” a los problemas, culpar a otros de sus cagazones y erigirse irresponsablemente en vocero de toda la ciudadanía para justificar palizas.
Los desalojos con antimotines es un aberrante rezago del pasado, como cuando el PRI era gobierno. Exhibe incapacidad y retraso mental para generar alternativas no violentas a los problemas actuales.
La golpiza que recibieron maestros y hasta reporteros el jueves de la semana pasada en la Costera de Acapulco, es el resultado final de una serie de idioteces que han venido ejecutando los supuestos encargados de negociar el regreso a clases de los maestros que se sienten amenazados por la inseguridad y la violencia de bandas criminales.
La primera de esta larga secuela de errores, fue la actitud irresponsable y banal del gobernador de negarse a dialogar desde un primer momento con los maestros. La segunda, fueron las expresiones prepotentes e intolerantes del vetusto secretario de Gobierno Humberto Salgado, quien en lugar de armonizar, calentó al magisterio con amenazas y balandronadas al viejo estilo priísta que es el único que conoce. La tercera, fue tratar de de desprestigiar la protesta magisterial, pagando a periódicos y columnistas mercenarios  para hablar y escribir contra la protesta. La cuarta, fue el engaño y la zalamería de los bisoños voceros del gobierno que esparcieron declaraciones mentirosas sobre la verdadera situación y dimensión del problema, como el supuesto regreso a clases y los supuestos acuerdos a los que habían llegado. Y por fin, la gota que derramó el vaso, fue la actitud protagónica del gobernador que, campechanamente y hasta que se terminó su guíski, decidió por fin sentarse a dialogar con los profesores con el único fin de tomarse una foto que masivamente la difundieron en los diarios. Pero el problema no se ha terminado.
Es cierto que la queja por la inseguridad de los maestros es una protesta legítima y necesaria. También es cierto que ese es el único sector que ha tenido el valor y la capacidad de organización para exigir un alto a la violencia y la extorsión. También, los cobardes detractores de este movimiento, deben aceptar que si no fuera por estas protestas, en este momento no existiera ninguna intervención federal para atender el problema de la violencia en Acapulco. Lo que no está bien, es que los líderes magisteriales de la CETEG y del SNTE hayan pervertido la demanda original de seguridad al incorporar otras exigencias de orden laboral y económico para ceder. Esta conducta reprobable del magisterio, de querer sacar siempre ganancia de los problemas sociales, es lo que también ha llevado al extremo esta situación, y los ha hecho perder legitimidad, respeto y apoyo popular.
Así como criticamos la violencia demencial del gobierno del estado, debemos también señalar con precisión y sin torcimientos, la conducta vil de los líderes y de los propios maestros que han estirado demasiado la liga de la negociación. Así como es condenable la golpiza que les propinaron a los mentores los primos Ángel Aguirre y Manuel Añorve, también es reprobable que los líderes del magisterio no quieran poner de su parte para que las y los niños de Guerrero que han perdido clases por estas protestas las puedan recuperar. A estos maestros y maestras no les importa para nada que la niñez de Guerrero reciba una educación deficiente. Así, cuando el próximo año finalice el ciclo escolar, las y los niños de Guerrero arrastraran para toda su vida el estigma de la mediocridad y la mala formación escolar que han recibido aquí en comparación con sus iguales de otros estados de la República donde los maestros y el gobierno no se chantajean mutuamente.
Una muestra de la contaminación de la protesta original del magisterio, es el hecho de que, a la marcha que fue reprimida a toletazos, también se habían sumado otras organizaciones que mantienen posturas irreductibles como el movimiento universitario Masas que apoya la protesta de estudiantes a los que no les permitieron el acceso a las carreras de la Universidad Autónoma de Guerrero; asimismo, el Cecop, un movimiento campesino que se opone a la construcción de la presa La Parota, entre otros, que nada tenían que hacer en la protesta de los maestros, pues sus demandas son de otra índole. La presencia solidaria de estas organizaciones en la marcha reprimida, le dio los estúpidos argumentos al gobierno del estado para justificar su golpiza, pues, varios de los integrantes de estos grupos son los que mantenían inflexible su postura de sostener el bloque a la Costera que, también hay que reconocer afectó a los ciudadanos, pero sin que se use de argumento para madrear a alguien.
Como quiera que sea, no estamos aquí para justificar idioteces. Quienes pensamos con mente propia sabemos que ninguna de las dos partes tiene la razón absoluta. Sin embargo, cuando se trata de violencia institucional contra cualquier contingente social, contra mujeres, hombres y jóvenes, jamás la debemos de justificar, así sea de “gobiernos amigos”.  Si hoy justificamos con los argumentos más pueriles la violencia por el sólo hecho de que electoralmente apoyamos a este gobernador, y otros, porque ahora son empleados como pasa con los opinadores de un diario local, esta conducta les impedirá en el futuro inmediato, cuando el actual gobierno haya concluido, tener calidad moral para señalar hechos similares. Eso es lo mismo que pasa con los que hoy justifican el abuso como lo hace el que fue alcahuete profesional del ex gobernador Zeferino Torreblanca, Arturo Martínez Núñez, y que ahora, con este nuevo gobierno y en funciones de vocero del gobernador, esgrime una serie de idioteces para culpar de la violencia a los maestros. ¿Cómo le hace este individuo para saltar de un gobierno perseguido por abusos y malversación de recursos, y colocarse en un alto cargo del gobierno que ahora persigue a quien fuera su patrón y asesorado?
Este miércoles próximo los maestros anuncian una nueva marcha, ahora en Chilpancingo. El costo social ha subido por la inoperancia y la ilegitimidad de los negociadores del gobierno del estado. La solución exige de nuevos actores con mayor legitimidad. Un gobierno que mantiene acusaciones severas de nepotismo y que las ha ignorado olímpicamente, no tiene ninguna calidad moral para ejercer la violencia institucional. ¿Cómo se puede exigir integridad y cumplimiento a alguien, si por la parte del gobierno no hay cumplimiento a elementales códigos éticos?
Una cosa es absolutamente cierta, para que las negociaciones avancen y se resuelva el conflicto alguien tiene qué pagar los errores cometidos. Está claro que, como resultado de la paliza dada a los maestros, cuando menos tres funcionarios tienen que irse por incapaces y golpeadores. El secretario golpeador de  Gobierno, Humberto Salgado, el secretario de Seguridad Pública, el presuntuoso Ramón Almonte, cuyos policías madrearon al fotógrafo Pedro Pardo y otros compañeros, y la secretaria de Educación, Silvia Romero por mentir reiteradamente sobre este problema y sobre todo porque no es una interlocutora respetada.
La rápida respuesta del operativo Guerrero Seguro para madrear a profesores paristas, genera una profunda decepción social en un gobierno que se pensaba distinto y progresista. Los argumentos ofensivos que expresó este gobierno en un comunicado rijoso, donde al final pone retadoramente: “bienvenidas las críticas”, muestra la insolencia y la estupidez de quienes están cerca del mandatario estatal. Esta frase infame, exhibe íntegramente la soberbia y los humos del alcoholismo gobiernista que ya está llenando los salones de Casa Guerrero. Aún faltan tres años de gobierno, por el bien de todos, es tiempo de corregir.
Para el problema de los maestros hay salidas más inteligentes. La primera es no mentir. La segunda, es dialogar no a puerta cerrada, sino de frente a los medios de comunicación para que se sepa qué están pidiendo realmente los maestros y qué está ofertando el gobierno. Tercera, cambio de interlocutores, habilitar nuevos personajes con calidad moral. Tercero, mostrar resultados concretos de los avances en la seguridad de los maestros, no declaraciones absurdas dichas por un ñoño que a una pregunta de los reporteros responde con que “es asunto clasificado”, como si se sintiera personaje de una película gringa. Basta ya de tonterías y ocurrencias.
Ahora es el momento de que la comunicación social del gobierno deje de publicar fotos de la vida feliz del  gobernador, para publicar información clara y precisa de lo que oferta el gobierno y de lo que están pidiendo los maestros. La sociedad tiene que saber todo para que no sea presa de la desinformación y tenga claridad de lo que pasa. El gobierno y sus funcionarios tienen que dejar de mentir y aceptar sus errores. No es de hombres echarle la culpa a otros de sus propias cagazones.
Ahora lo explico, es claro que si la sociedad percibe que en las nuevas negociaciones los maestros ponen más pretextos y exigen otras demandas más allá de la seguridad como condición para volver a clases, la sociedad ya no va a ser tolerante. Más que el gobierno, son los padres de familia los que deberían estar muy preocupados porque sus hijos están siendo formados en el camino de la mediocridad y la impreparación. El caso es que, el próximo movimiento, será de padres de familia exigiendo a maestros regresar a clases. Para que los maestros vuelvan a clases la exigencia debe ser de toda la ciudadanía, incluso de la iglesia misma. Pero también, el gobierno tiene que dar resultados concretos para garantizar la vida y la seguridad de todos los profesores.
LA CONTRA
Los voceros del gobierno tratan de remediar con mentiras y medias verdades el grave problema de los maestros. Todavía ayer, sin medir la lengua y de forma protagónica, el encargado de hablar a nombre del gobierno sobre el tema de la inseguridad, dijo, aparte de repetir lo que ya había informado hace unos días el secretario de Gobernación Francisco Blake, que se están aplicando otros programas que “buscan la recuperación del tejido social como el programa Escuela Segura, la recuperación de espacios públicos, atención a las adicciones, educación y empleo para los jóvenes”.  Para empezar, tres de los programas mencionados no fueron creados para “recuperar el tejido social” dañado por la violencia criminal de estos días, esos programas ya existían desde hace muchos años. Y el tercero, empleo para jóvenes es una vil mentira…. Como sé que esta columna va a enfurecer sus alocadas cabecitas, les anexo aquí la información que dio el director del Centro de Estudios Tecnológicos, Industrial y de Servicios (CETIS) 90, Juan Fermín Zúñiga Trujillo, al rendir su primer informe de labores. Afirmó que en esa escuela que “hay una deserción escolar de más del 30 por ciento debido a factores internos como problemas familiares y externos como la violencia”. Y sigue: “afuera del plantel hay violencia, no la podemos ocultar, allí afuera vivimos una zona media baja donde el papá del muchacho es jornalero, trabaja en los hoteles, la economía ha bajado en la zona, los problemas intrafamiliares que tiene el muchacho; el problema de drogadicción que hay, son factores que se juntan y le vienen a pegar al desánimo, al desinterés del chavo, a la reprobación, que el muchacho se aleje de la escuela”… Ahí está, más claro ni el agua, es el diagnostico más real sobre la situación de la juventud escolar de Guerrero dado por alguien que vive todo días esa realidad. De qué programas hablan pues… Pero por si eso fuera poco, y si en verdad funcionaran esos programas y si además, en verdad existiera un programa de empleo para jóvenes, no habría necesidad de que el gobernador Aguirre ande diciendo que en Acapulco hay 100 pandillas. Esta declaración confirma de que no hay una política real de atención hacia los jóvenes ni hay intervención social profunda para evitar que jóvenes desempleado ingresen al pandillerismo y la delincuencia, puro bla, bla, bla…. La afirmación del Juan Fermín Zúñiga Trujillo, es ya un diagnostico que le dice a la autoridad qué debe hacer, pero como no hay funcionarios capaces pues implemente no entienden. La Secretaría de la Juventud es una dependencia que sirve para que un grupo de inútiles mentales cobren sueldos y pasen las horas chateando. Por ninguna parte se ven los programas de ayuda a los jóvenes, porque si existieran y fueran efectivos, no estaríamos hablando de pandillerismo y deserción escolar juvenil. ¿Lo quieren más claro?.. Y hay más pero ya para qué seguirle….. El PRD es un partido de cobardes y de hipócritas. Es repugnante la conducta miserable que han asumido la mayoría de sus líderes con respecto a la madriza de los maestros. Vuelven a repetir lo mismo que hacían con el ex gobernador ZeferinmoTorreblanca al que nunca le quisieron criticar sus abusos. Los mismo pasa con todos los diputados locales, incluyendo a los que intentan buscar nuevos cargos de elección popular. No hay valor civil, ni independencia intelectual en esas cabezas llenas de ambición propia. La gente debería valorar si vale la pena votar por la escoria de este partido que siempre se pone del lado del gobierno, al menos aquí en el estado así ha sido.

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