Semblanza de la llegada del mensaje de alcohólicos anónimos a Zihuatanejo


Pedro Era un día donde la mañana avanzaba entre un sol incandescente y la brisa marina que inundaba el hermoso “lugar de mujeres”, para regocijo de la costa suriana… el encuentro fue espontáneo, amistoso y gratificante; el apretón de manos y el abrazo tendieron “el puente de comprensión” muy frecuente y agradecido entre los alcohólicos… las sonrisas fueron sinceras y francas… inmediatamente le planteamos el tema que nos inquietaba el alma desde algunas semanas, y el rostro y la mirada se le iluminaron, pues él sabía a ciencia cierta el desarrollo de esta historia, y sin pizca de protagonismo se aprestó a esbozar este hermoso horizonte histórico y significativo para los que asisten diariamente a sus reuniones de alcohólico para alcohólico y “pico-terapia” intensiva… y en su elocuencia dejamos esta bella y romántica historia…

“Olga conoció el programa de Alcohólicos Anónimos en el Distrito Federal, llegando a ser miembro del grupo “Valle de México”. Por situaciones familiares tenía que trasladarse al puerto de Zihuatanejo, cada fin de semana o en períodos vacacionales, ya que su esposo era uno de los tripulantes que conducían la pequeña nave aérea que transportaba a los visitantes y lugareños cada viernes, desde la capital mexicana a Zihuatanejo…  y que regresaba en las tardes de domingo con similares pasajeros. 
 Así, poco a poco, el matrimonio empezó a quedarse por más tiempo en este lugar, fascinados con aquel puerto de ensueño y romanticismo que tenían estas tierras… lo que provocó que fueran adquiriendo, al paso del tiempo, los bienes inmuebles que les permitiera tener una comodidad familiar y comunitaria.
 Al desarrollar sus actividades diarias, se fueron integrando a la dinámica azuetense y entre las personas que llegaron a trabajar a su servicio se encontraba Agustín, persona que “a ojos vistos” padecía la enfermedad del alcoholismo. Por tal motivo cambió impresiones con el médico Samaniego, galeno residente de este puerto, acerca de los problemas personales y sociales que causan este trastorno individual y social, en el que sale a relucir el caso de Agustín, su trabajador, y surgiendo, a la vez, el deseo de ayudarlo.
De manera coincidente y oportuna, el Ingeniero Agustín Reynoso, que trabajaba para el Fibazi, se interesó sobre la misma problemática del alcoholismo, y por este motivo buscó y encontró en el Presbítero Gabriel León, párroco de esta localidad, el apoyo necesario, haciéndolo coincidir y orientar con los propósitos de Olga y del médico Samaniego, por lo que ya tomada la decisión conjunta, procedieron a planificar, invitar y promover la primera reunión de información pública, en esta bellísima tierra costeña.
 Por los lazos amistosos y espirituales que los unían con los compañeros, Olga logró interesar a los miembros del Grupo “Valle de México” para que participaran en la información del programa de Alcohólicos Anónimos en el puerto,  y este ejercicio espiritual se realizó felizmente un día 2 de agosto de 1975, en el local al que popularmente llamaban “La Casa de Piedra”, dónde actualmente se encuentra funcionando el Museo Regional de la Costa Grande, en el mero corazón de Zihuatanejo, bajo una hermosa tarde costeña arrullada por el rítmico cantar de las olas.
 Con la opinión y participación de representantes de la medicina y la religión: Juan, Francisco y Guillermo, entre otros, expusieron y desarrollaron la reunión informativa ante aproximadamente doscientas personas, sembrando de esta forma la semilla de la unidad, el servicio y la recuperación, los tres legados comunitarios de Alcohólicos Anónimos y cumpliendo con el mensaje incomparable de nuestro programa de vida.
 Con la euforia del momento y del espíritu de servicio, el sacerdote Gabriel León inmediatamente ofreció un anexo de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe para que se fundara el primer grupo de Alcohólicos Anónimos en Zihuatanejo, lo que de manera instantánea fue aceptado por las personas que estaban presentes e interesadas en promover e incorporarse a esta agrupación social, decidiéndose que se sesionara inicialmente los días viernes, bajo el nombre del Grupo  “Nuevo Amanecer”, en el que al paso del tiempo y de manera constante se fueron integrando: Olga, Agustín, Mario, Luis, Jorge, Pedro, Francisco, Roberto, Liberato, Catarino, Eduardo, Juan, etc. Algunos acompañados por sus familiares y prolongando se estadía en este lugar durante tres años”.
Pedro terminaba su ilustrativo monólogo, en el que informaba de manera interesante, la llegada de Alcohólicos Anónimos a Zihuatanejo.
 Por la gracia de un poder superior, la conjunción de servicio y la gratitud llega este mensaje de vida, y de aquí... hasta la eternidad.

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