MISCELÁNEA

Francisco: Llego de noche y se fue de noche

Jesús Cayetano Norberto
En la visita a México de Jorge Mario Bergolio, mejor conocido como el papa Francisco, millones de mexicanos esperaban un pronunciamiento duro por parte de la Iglesia católica, por la desaparición de los 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa, ocurrido en la ciudad de Iguala, Guerrero.

Esperaban que ese discurso se escuchara en tierras surianas, en Guerrero, pero la agenda no lo contemplo. Se dice que el presidente de la república, Enrique Peña Nieto, fue quien dijo no, para no quitar las costras de la llaga que no ha cerrado y que no se olvida de la terrible noche del 26 de septiembre de 2014.
El tema de la inseguridad en Guerrero, fue otro de los factores que no permitió que se tomara en cuenta a nuestro estado. Por lo que surgió otra interrogante, ¿y Michoacán, porque, si?
Si, es en Guerrero, donde 43 familias no han visto la luz durante más de un año. Con la fe por los suelos y la esperanza perdida. Con la duda de saber si, sus hijos están vivos o muertos. A caso, ¿La visita de Bergolio no tenía como objetivo principal despertar esperanzas y levantar la fe de los mexicanos?
Que mejor ejemplo de la iglesia católica -hubiera sido-, en voz del papa Francisco reunirse con las familias de los 43 desaparecidos, y brindarles la esperanza y la fe, devolverles la luz que se les apago al haber agotado la búsqueda de sus hijos por casi un año. ¿Por qué negarse a ser solidario?
Sus discursos un tanto cuanto revueltos, camuflajeados, sin que tuvieran el aterrizaje apropiado, con parábolas que invitaban a la oración en la familia, a no caer en la tentación, misas cobradas, cuidado del matrimonio, regañando a sacerdotes, religiosos y seminaristas, para que sepan ser hombres y no anden de chismosos; tampoco impacto.
Ciertamente, el catolicismo está en crisis, debido a que los sacerdotes no salen de sus iglesias,  no visitan las colonias, ni a las comunidades, ni a las familias, mucho menos a los enfermos. Siendo conformistas solo con las limosnas que van llegando,  y por lógica, casi no llega nada al vaticano, ¿Cómo no los iba a regañar Bergolio? 
Un Bergolio, que no gusto porque desde que llego a México, puso condiciones. Sabiendo que a los anteriores papas, les llevaban nochecitas y serenatas,  pidió silencio y a quienes lo esperaban con este fin, los mando a dormir. 
Por lo que no se dio esa comunión esperada, que se había venido practicando entre el pueblo Mexicano y el papa, pero si se dio la comunión entre el Gobierno, quien lo llamo el papa “reformador”. ¿Reformador de qué? 
Los únicos a quienes la historia reconoce como verdaderos reformadores y guías de la iglesia, fueron a Martin Lutero y Juan Calvino. Pero el verdadero mensajero de la misericordia, quien termino con la venta de los certificados del perdón y se separo de Roma fue Lutero.
Bergolio, no disfruto su visita en México, ya que por más que le dijeron, “Ya eres mexicano”, nunca se le vio un agradecimiento o gesto de que le gustara, por la simple razón de que él sabía que ese mote se lo habían dicho en anteriores visitas a Juan Pablo II, quien con su sonrisa de niño atrapaba a quien fuera.
México recordara a un papa de seis días, que llego de noche y se fue de noche, que le falto dar luz y solidarizarse con el dolor de 43  familias, que en lugar de ser reformador, resulto ser distractor de la realidad que se vive en el país.

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