MEMORÁNDUM

Por Gerardo Ruano Cástulo

*** La tecnología se ha oficializado

Cuando la tecnología se vio traducida en teléfonos celulares y la red de internet, se creyó, en un primer momento, que ésta estaba solamente destinada para ser parte de la vida de la gente con un alto poder adquisitivo.
Así es, en el 1981 surgió en México la primera red de telefonía celular con sus primeros 600 usuarios radicados en el Distrito Federal. El modelo del aparato era de mayor tamaño y peso a los que hoy conocemos. Algunos le llamaban, por su peso y forma, ladrillos o tabiques. Pero la característica de aquél tiempo era que quienes lo portaban eran gente de dinero. Aquellos que tenían empresas o estaban en altos cargos del gobierno.
Lo mismo ocurrió con las computadoras, que de inicio comenzaron a remplazar a las máquinas mecánicas y eléctricas, mediante el uso de unos primeros programas que ayudaban, sobretodo en oficinas y empresas a tener un mejor control de sus documentos y la emisión de los mismos.    
Adquirir en los años 80, del siglo pasado, una computadora era un sueño para las familias de un nivel medio. Los costos estaban por las nubes y a ello se sumaban los pagos por mantenimiento y actualización. Sin embargo, la expansión mundial de la red de internet, que surge desde 1969, pero que se fue fortaleciendo hasta llegar a consolidarse en los años 90, trajo consigo un detonante importante en la mercadotecnia de ésta tecnología que ahora está al alcance de los diferentes bolsillos. Y tan es así, que si no alcanza para comprar una computadora de marca, existe la posibilidad de adquirir una ensamblada, cuyo costo mínimo oscila por los cinco mil pesos.
Hoy la tecnología está al alcance de la enorme mayoría de mexicanos, tal y como lo demuestran las estadísticas, en donde nuestro país ocupa el onceavo lugar en usuarios de telefonía celular, al contar con casi 80 millones de líneas habilitadas. En tanto, con relación a la red de internet, ocupa el décimo cuarto sitio, con alrededor de 31 millones de usuarios.
De esta manera, la tecnología ya es parte de la vida del mexicano. Por algo hoy muchos políticos han volteado los ojos a la red de internet y sus redes sociales. Es más, desde los mismos órganos de transparencia del gobierno se exige a las instituciones que abran una página Web, en donde además de informar sobre sus acciones, programas y obras, hagan pública la información de sus presupuestos y en que aplican los recursos públicos. En pocas palabras, se ha oficializado el uso de la internet.
Al respecto, en días recientes, el Instituto de Acceso a la Información Pública del Estado, que por cierto, rendirá su informe el día de mañana, exhibió públicamente al municipio de Iguala, y por ende a su alcalde, el archi-cuestionado Raúl Tovar Tavera, al no contar con la página Web correspondiente, poniéndolo de ejemplo como un trofeo a la nula transparencia.
Pero así como existen casos, de quienes incumplen con  ese ordenamiento, hay otros que además de abrir la página Web, aprovechan el uso de la tecnología para interactuar con la gente y someter sus obras al escrutinio público, lo cual, por donde se vea, es una forma fructífera de sacarle jugo a esa herramienta.   
Uno de éstos casos, es el del alcalde de Tecpan de Galeana, Nadín Torralba Mejía, quien además de mantener informado a su municipio por medio de la página oficial en la internet, de manera cotidiana expone su trabajo en las redes sociales, en donde recibe felicitaciones, saludos y hasta críticas. 
Nadín Torralba es de los alcaldes que se encuentra en aquella lista reducida, de quienes han entregado sus cuentas públicas en tiempo y forma a la Auditoría General del Estado. Tal vez por eso, no tiene ningún problema en socializar las obras y gestiones que realiza a diario. Por ejemplo, el día de ayer difundió que se reunió con el director del IGIFE, en donde seguramente gestionó más obras de infraestructura educativa para su municipio.
Lo dicho, el uso de la tecnología, que en un primer momento se pensó era un lujo, se ha convertido en una necesidad. Todos estamos inmersos en ella. Esa es la cuestión.
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